jueves, 31 de diciembre de 2015

Necesidades y prioridades.


Aunque se puede pensar que los términos deberían referirse a las mismas cosas, no siempre es así. Entre personas con estilos de vida y niveles económicos similares, la diferencia es imperceptible. Y cuando el dinero permite afrontar ambas, las necesidades se pueden satisfacerse después de las prioridades sin que nadie lo note. Pero cuando el dinero escasea se pueden ver diferencias, al menos dignas de reflexión, entre unas y otras. Así pues, comer es una necesidad que debería ser satisfecha antes que otras como la diversión. Lo mismo puede decirse de temas como la salud o la higiene. Y, como ya se dijo, generalmente esto no se percibe cuando se cuenta con suficiente dinero.
Las comunidades marginadas son sitios interesantes o deprimentes, dependiendo del observador. Puede ser interesante observar cómo se resuelven necesidades básicas sin todos los recursos con los que cuenta una persona de clase media. Pero tambien se siente impotencia al no poder ayudar a las personas a mejorar su nivel de vida. Cuando sólo se transita por estos sitios es frecuente pasar rápido para no alargar el sentimiento y reprimir la curiosidad de entender cómo viven.
Pero cuando se tiene un trabajo en el cual se debe proponer soluciones a la situación, uno no se puede alejar del sitio y olvidarse de la situación; se debe empezar a analizar las carencias, el comportamiento de las personas y las oportunidades de ayudarlas a mejorar. Ahí empece a entender que una prioridad puede ser diferente de una necesidad. Recientemente hice un trabajo de esta clase en varias comunidades marginadas en situación de pobreza, cuyo principal problema para vivir era la escasez de agua potable. Escasez al grado de disponer de ciento veinte litros de agua a la semana para cuatro personas para todas sus necesidades: comida, baño, lavado, higiene ¡cuatro litros y cuarto por persona al día! Eso es una necesidad: algo necesario para vivir y que escasea. Obviamente nadie puede vivir en esas condiciones, por ello los pobladores compraban agua en garrafones o pipas para terminar de cubrir sus necesidades.
Sin embargo, ese no era el único gasto que llamó mi atención: era común encontrar antenas de televisión satelital en las azoteas de esas casas. Ahí encontré las necesidades confrontadas con las prioridades. Quedaron fuera de mi entendimiento los algunos hechos ¿porqué pagar por diversión cuando se tienen necesidades más apremiantes? Lo mismo imaginé la ignorancia sobre el manejo del dinero impone la necesidad de evadir la realidad. Pero ninguna hipótesis me convenció: no llegué a entender la decisión de pagar por diversión en vez de invertir en bienestar.
Entrevistando a estas personas surgieron más hechos para mi incomprensibles: ibamos a algunas casa entrevistando a las personas para establecer posibles soluciones a sus carencias. Una de las ideas que deseábamos someter a su opinión era el trabajo colectivo para solucionar el problema común: organizar a la comunidad para dotarlos de sistemas de abastecimiento y almacenamiento de agua. Agua de todos y para todos. La respuesta más frecuente fue la falta de organización; era muy difícil convencer a los vecinos de trabajar juntos. Sin embargo, atrás de nosotros un grupo de personas pasaban casa por casa solicitando cooperación para la fiesta patronal. Ninguna familia dejó de cooperar para el festejo.
No podían cooperar para solucionar sus carencias, pero si para la fiesta patronal. Otra vez la confrontación entre necesidades y prioridades. Sinceramente la forma de pensar de dichas personas rebasa mi capacidad de entendimiento. Puedo llegar a respetar sus decisiones, pero entender que actúen así o apoyarlos es algo fuera de mis posibilidades.
Escrito el 14 de Mayo de 2015.

lunes, 21 de diciembre de 2015

¿Cuándo publicamos?

Si lo hacemos cada semana como acostumbran varios medios, tendremos algunos problemas: a veces el trabajo complica las cosas; la necesidad de tener una idea semanal y poder plasmarla en una cuartilla sin falta. Puede ser que no tengamos tiempo para desarrollar la idea o que ésta brille por su ausencia. Ahora, que una cuartilla quincenal parece algo flojo, no se trata de dejar al amable lector esperando tanto tiempo. Así que pensemos en un lapso intermedio. Díez días suena bien: entre los dos anteriores y fácil de recordar. ¿Qué te parece?
Pero, ¿en qué días? El décimo, vigésimo y trigésimo pueden ser una buena opción, pero no me gustan esos números: demasiado simples, todos son múltiplos de diez, ninguno primo. Los días dos, doce y veintidós pueden ser opción: al menos el dos es primo pero me parecen de poco estilo. Cumplen con la necesidad pero no convencen.
¡Bueno! Probemos con las terminaciones en números primos: siete es primo y además semanal. Pero tendríamos que ajustar el periodo de publicación: siete y diecisiete son primos pero el veintisiete no. Aunque se podría establecer el veintinueve, finalmente son sólo dos días de desplazamiento. Pensemos en otras opciones sin olvidar estos. Los cinco, quince y veinticinco quedan descartados, primo sólo es el cinco.
Podemos pensar en publicar cada cierto rango de tiempo: puede ser que se publique cada siete a quince días. Sin una fecha fija pero sin salirse de los límites. Lo siento ambiguo.
Recuerdo que alguna vez me preguntaron si se podía saber qué boletos comprar para que los asientos de los autobuses fueran contiguos. Es decir, cuando te preguntan que número quieres, poder escoger dos asientos juntos sin necesidad de ver un dibujo del autobús. Eso es fácil: tienen que ser números consecutivos y el primero debe ser impar. Si se compran el quince y el dieciséis se tendrán dos asientos juntos. Al menos en los autobuses de cuatro asientos por fila.
Cuando son autobuses de tres asientos por fila se debe pensar en múltiplos de tres menos dos: los asientos uno (tres menos dos), cuatro (seis menos dos), siete (nueve menos dos) y son contiguos con sus siguientes. Entonces se compran los asientos uno y dos, cuatro y cinco, siete y ocho, etcétera.
¿Podrá servir esto para hacer una regla de publicación? Es algo complicado: de entrada se tienen que publicar dos días consecutivos. Entonces, definamos nuevamente las reglas: más de siete días entre publicaciones, menos de quince y una regla fácil de aprender.
Todo esto pasó por mi mente antes de definir las fechas de publicación y la invitación a un café de solsticio me dio la respuesta buscada: el veintiuno de diciembre podía ser un buen día para empezar. Si se hace cada diez días tendremos los días primero, once, veintiuno y treinta y uno. El último no siempre lo que pone interés a la serie porque no siempre lo hay y da la escusa para publicar dos días seguidos.
Es fácil de recordar porque todos los días terminan en uno. Me gusta porque al menos tres son números primos; el restante corresponde a equinoccios o solsticios: números simples en apariencia y complejos al estudiarlos.
Tal vez me complico mucho la vida, pero ésas fueron mis elucubraciones antes de decidir cuándo publicar el presente blog.
Escrito el 14 de Mayo de 2015.

viernes, 11 de diciembre de 2015

Pruebas de resistencia.

¡Muchachos, no dejen condones tirados en el laboratorio! El maestro nos lo advertía porque durante un curso antes había recibido una queja por parte del director de la facultad. A él le habían llamado la atención en la Administración porque los intendentes, que eran nuevos, habían levantado un reporte mencionando actividades impropias en las instalaciones de la universidad.
¿Qué hacíamos los alumnos cada semestre, en el laboratorio de mecánica de suelos, con condones? Pruebas de resistencia de materiales, en particular, pruebas triaxiales para determinar la capacidad de carga de los suelos.
Cuando se construye un edificio es necesario garantizar que el suelo va a soportar el peso de la construcción: que no se va a hundir. Para lograr esto se toman muestras del suelo y se someten a presiones similares al peso del edificio ya construido, con una prensa en un laboratorio.
Para obtener resultados confiables se necesita presionar la muestra de suelo “como si siguiera en el terreno”: por todos lados, adelante y atrás, derecha e izquierda, arriba y abajo; son tres direcciones y se llama prueba triaxial. Para lograrlo se debe cubrir la muestra con una membrana impermeable, se sumerge en un recipiente con agua y se aplica presión a esta última. El agua a su vez presiona la muestra de suelo que no se mojará debido a la membrana impermeable. Para efectos prácticos, utilizábamos condones como membranas impermeables. Terminadas las pruebas, algunos alumnos dejaban basura tirada en el laboratorio. De ahí el reporte de intendencia, la llamada de atención administrativa, la queja del director y la advertencia del maestro.
La selección del condón para la prueba no era cualquier cosa: una mala elección podía arruinar días de trabajo. Todo empezaba viajando al terreno del cual queríamos saber su capacidad de carga. Cavábamos una zanja al rededor de un cubo de tierra y con mucho cuidado recubríamos éste con capas de cera y manta para conservar la humedad natural. Desprendíamos el cubo del terreno sin romperlo, y terminábamos de envolverlo. Transportarlo era una cuestión delicada porque un golpe podía"sentir" el suelo y hacer que resistiera menos en las pruebas. En el laboratorio debíamos romper la envoltura con cuidado y labrar con delicadeza cuatro cilindros de diez centímetros de largo por tres de diámetro. Estos cilindros eran los que se metían en los condones, se sumergían y se comprimían. Elegir mal la membrana aislante ocasionaba que se mojara la muestra y se arruinara la prueba. Esto implicaba labrar más cilindros y en el peor de los casos regresar al terreno por otro cubo de suelo. Por ello a veces se colocaban dobles o triples condones, felicitándonos cuando se rompía uno pero el resto aguantaba.
Aun cuando los reportes de las prácticas sólo incluían la capacidad de carga de los suelos en cuestión, los alumnos teníamos registros de dónde comprar a bajo costo los condones y la presión que aguantaron. Así obteníamos una estadística de control de calidad bastante confiable: si los condones de determinada marca soportaban 20 kg/cm2 bien podíamos pensar en dos horas de uso convencional sin riesgo de que se rompiera.
Antes de que egresáramos de la universidad, la dirección de trabajo social instaló máquinas para venta de condones en todas las facultades: su intención era promover la salud sexual. Poco después leí un artículo en la revista universitaria sobre las ventas de condones en toda la universidad: por mucho mi facultad era la de mayor demanda y los trabajadores sociales estaban interesados en replicar el éxito en otras facultades.
Escrito el 27 de Febrero de 2013.

martes, 1 de diciembre de 2015

¿Libros o eBooks?

¿Cuál es el medio de lectura más ecológico? Decidir entre comprar libros impresos en papel y libros electrónicos es actualmente una cuestión de gustos o de espacio en la casa, más que de conciencia ecológica: se trata de hacer un ejercicio lúdico sin la presión de saber cuanta energía se utilizó para ello. Pero si queremos saber esto último, debemos pensar en algunos puntos.
Los libros electrónicos requieren de un aparato para su lectura, sea una computadora, un celular, tableta, lector de libros u otros. Los libros de papel no tienen este problema: con abrirlo es suficiente. Los electrónicos tienen la ventaja de ser un campo electromagnético dentro de un medio de almacenamiento. Esto los hace de un tamaño microscópico y, además, fácilmente reproducibles, siendo estas sus características más sobresalientes. Los libros impresos no las tienen.
Sin embargo, cada persona requiere tener su propio aparato para la lectura digital. Nadie comparte estos aparatos porque no sólo tienen los libros; también contienen información personal o confidencial. Así que el hecho de que un libro electrónico sea fácilmente reproducible o copiable, en términos de energía no aporta nada al ahorro. Es necesario fabricar un aparato de lectura para cada persona y el cambio por el nuevo modelo hace mayor la inversión energética. Los libros de papel sí se pueden prestar, y no requieren nuevos adelantos tecnológicos.
Con lo anterior, se puede concluir que un libro electrónico, el archivo, es más ecológico que uno impreso. Lamentablemente el costo del aparato de lectura hace que los libros en papel sean menos agresivos al ambiente.
En este punto, podemos cambiar la pregunta: ¿qué se necesita para tener aparatos de lectura de menor costo ecológico? Posiblemente se requieran dos cosas: terminar de explotar las propiedades físicas del silicio y tener suficientes aparatos durables para comprar nuevos sólo por reemplazo.
La primera de las condiciones es técnica, obedece a las leyes de la física y la química. Desde su creación, los procesadores han aumentado su capacidad de cálculo con transistores cada vez más pequeños. Pero los transistores son de silicio y construir uno menor a veintidós nanómetros es muy problemático. Cuando se llegue a este límite se deberá tener un nuevo material para producirlos o se deberán buscar nuevas formas de lograr un mejor funcionamiento. Este cambio es equivalente a transformar los motores de combustión interna de los automóviles para utilizar otra fuente de energía. Ello con todos los problemas, beneficios, empresas en contra o a favor y opiniones encontradas de la sociedad.
Pero la segunda condición tiene que ver con el desarrollo de la economía: se trata de dejar de fabricar computadoras con el modelo actual de reemplazo en poco tiempo. Si esto se logra, será consecuencia de muchos cambios en la forma de fabricar, comercializar y utilizar tanto las computadoras como los programas para usarlas.
Así que si se trata de tener conciencia ecológica, sospecho que los libros en papel y de bibliotecas públicas seguirán siendo la mejor opción durante muchos años. Al menos, los suficientes para que un servidor fallezca.
Escrito el 15 de Febrero de 2015.

sábado, 21 de noviembre de 2015

El mejor viaje.

El viaje perfecto sería aquel instantáneo y gratuito. Si se pudiera viajar así, tendríamos resueltos muchos problemas en la sociedad; lamentablemente eso es una utopía.
Sin embargo, podemos elegir entre distintos medios de transporte con esos criterios: el menor tiempo y el menor costo. No se puede tener una opinión generalizada, porque a veces es el dinero lo prioritario: conviene ahorrar. En otras ocasiones, el tiempo define todo: se requiere llegar rápido. Pero pensando en aquellas ocasiones en que ambos sean igual de importantes, podemos comparar entre medios de transporte definiendo como mejor aquél que utilice menos tiempo y requiera menos dinero.
En esa situación me he encontrado frecuentemente: entre decidir ir a la oficina en bicicleta y utilizar el transporte urbano. Es necesario señalar que en este caso también se debe valorar el esfuerzo físico de pedalear y las ganas de permanecer sentado en el camión durante el trayecto. Esto dependerá de cada persona.
Si entre la casa y la oficina hay seis kilómetros y en bicicleta tardo veinte minutos mientras que en camión son treinta y cinco, y el mantenimiento de la bicicleta cuesta cuatro pesos con cincuenta centavos por día aproximadamente mientras que el costo del transporte es de siete pesos por cada viaje (catorce pesos al día), la conclusión es clara: es mejor la bicicleta. Llego quince minutos antes y gasto nueve pesos con cincuenta centavos menos. Pero si el trayecto es de veinticinco kilómetros, tardando en bicicleta una hora quince minutos y en camión una hora y media, con el mismo costo de mantenimiento de la bicicleta, y mientras que el transporte urbano es de ochenta y seis pesos diarios, aunque los números sigan favoreciendo el ejercicio, algo hace que las personas se asombren. Ya no se trata sólo de tiempo y dinero, sino trata del esfuerzo, del peligro o de algo más. Pero las cuentas, sin haber cambiado, ya no gustan.
Eso es un límite que puede ser físico por la distancia recorrida; pero también se puede pensar en uno mental, en que no se atreven a intentar lo posible y se prefiere actuar sobre lo conocido. Es obvio que no se puede pedir a cualquier persona que recorra veinticinco kilómetros en bicicleta, superando el tiempo de recorrido de un autobús, de la noche a la mañana. Pero no se trata de hacerlo de un día para otro: si se practica durante suficientes semanas, se podrá hacer el recorrido sin problemas; pero la mayoría de las personas que conozco no quieren practicar, no quieren asumir la constancia de la práctica continua.
Esto tiene consecuencias más allá de pagar el costo del transporte: cada vez que nos quejamos del tránsito lento y pesado, de la contaminación del aire o del costo de la gasolina, no vemos que nuestra constancia es el factor limitante para evitar todos esos inconvenientes. Ya he mencionado que la ventaja de los transportes públicos es la generación de empleo y, entonces, nuestra falta de constancia puede ser buena para la economía. Pero me llama la atención el asombro de las personas cuando se les dice que recorrer distancias grandes en bicicleta es factible.
También es necesario reconocer que un trayecto largo en bicicleta conlleva posibles problemas: una ponchadura, la ruptura de un chicote, una caída. Si no se puede recibir auxilio durante el trayecto, sólo queda que la persona esté dispuesta a salir de la situación por sus propios medios. ¿No fue así cómo evolucionamos? ¿Enfrentándonos a problemas y eventualidades? Se podría pensar que estamos capacitados para ello.
Pero la mayoría de las personas no se convencen y prefieren seguir en el transporte público o particular. Tal vez esa sea la solución segura y cómoda cuando pensamos como individuos, pero si pensáramos como miembros de una especie, ¿debería ser otra la conclusión? Se tendría que valorar el papel de la economía en nuestra evolución.
Escrito el 8 de Febrero de 2015.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Promovamos el desarrollo sustentable.

La idea es simple: administremos los recursos para satisfacer nuestras necesidades sin comprometer que las generaciones futuras satisfagan las propias. Me surgen algunas preguntas: ¿cuáles serán la necesidades de las personas del futuro? ¿Cómo desearán satisfacerlas? ¿Qué recursos necesitarán para ello?
Podemos pensar en algunas necesidades obvias: comida, higiene, salud. Pero conocerlas no implica saber cómo serán satisfechas: las necesidades de salud actuales no eran ni siquiera sospechadas hace cincuenta años. ¿Cómo imaginar que un video juego podía deformar los dedos de los jugadores? ¿Cómo pensar en que la abundancia de medios de transporte y comida causarían obesidad?
Y quedan las nuevas necesidades: hace cincuenta años no se tenía idea alguna de la Internet ¿Cómo se hubiera pensado en dejarnos recursos para satisfacer nuestras necesidades de comunicación? Los abuelos hubieran pensado en heredarnos un montón de hojas blancas y muchos sobres y timbres postales. Nosotros, en contratar una conexión eterna a la Red para nuestra familia. Tan inutil una como otra.
Entonces, ¿cómo promovemos el desarrollo sustentable? Si no conocemos las necesidades del futuro, ¿qué hacemos? Parece que la tendencia es utilizar los recursos mínimos necesarios para nosotros y dejar los demás para el futuro. A falta de saber qué se va a necesitar, dejamos lo más que podemos. Y que se desata la polémica: ¿Cuánto es lo mínimo que necesitamos?
Para cualquiera que considere la rapidez, comodidad e independencia de movimiento como algo indispensable, los automóviles serán necesarios sin importar las necesidades de sus descendientes. Quien piense de otra forma, podrá considerar el uso de bicicletas o transporte público. Lo mismo para todo: comunicarse es una necesidad; pero para algunos cambiar de celular frecuentemente es parte de la comunicación. ¿Comer? Los alimentos que más recursos requieren para su producción son las carnes; no conozco muchas personas que estén dispuestas a dejar de comerlas para preservar los ecosistemas.
Y somos bastante tajantes, e inconscientes, en algunas cosas: si estamos acabando con los yacimientos de petróleo mundiales, nuestros descendientes jamás usarán combustibles fósiles. Podrán documentar cómo acabamos nosotros con el recurso y, tal vez, basados en los conocimientos que les dejemos, podrán tener otras formas de energía menos abundantes. Pero ingenieros petroleros no habrá muchos en los próximos siglos.
En nuestro descargo de conciencia, suponemos que los conocimientos que dejemos, el conocimiento científico que acrecentamos cada día, será suficiente para nuestros descendientes. El problema es que hoy poseemos el mayor cúmulo de conocimientos de la historia humana y, al mismo tiempo, el planeta más degradado. ¿Será suficiente el conocimiento científico? Porque, seamos claros: saber que vamos a morir y poder predecir cómo será, no nos hace inmortales. Existe la posibilidad de que nuestros descendientes vean cómo y por qué se van a extinguir sin poder evitarlo.
Entonces el desarrollo sustentable pasa por desconocer el desarrollo y las necesidades de nuestros descendientes y por la esperanza de que apretarnos el cinturón es suficiente. Es ahí donde empiezo a ver con interés a los gobiernos, a veces llamados represivos, que hacen a un lado el derecho de las personas a decidir sobre su futuro y empiezan a promulgar leyes contra su desarrollo o su libertad de decisión: es obvio que sólo por voluntad propia nadie se aprieta el cinturón lo suficiente.
Tal vez, y sólo tal vez, el desarrollo sustentable pase por un gobierno autoritario; donde el bienestar de personas que no han nacido sea igual de importante que el de la actual población.
Escrito el 2 de Febrero de 2015.

domingo, 1 de noviembre de 2015

El encanto de la ingeniería.

Ser ingeniero puede dar cierto encanto en las relaciones sociales. De entrada, parece que muchas personas creen que todos los ingenieros son personas bastante inteligentes; además es posible que también consideren que tienen ingresos altos comparados con el resto de las profesiones. O que pueden  conseguir un nuevo empleo rápidamente porque hacen cosas útiles y necesarias. Todo esto puede llevar a que se les tenga en alta estima social.
Pero, si hasta la basura se clasifica, las ingenierías no se quedan atrás: no todas tienen el mismo encanto. Por ejemplo, construir caminos no es admirado igual que el diseño de aviones. Así, un ingeniero civil no será tan admirado cómo un aeronáutico. No importa que el primero gane más dinero que el segundo o que enfrente problemas más complejos: todos saben cómo funciona un camino y sólo algunos cómo lo hace un avión.
Cuando se vive en una sociedad inundada de información sobre problemas de contaminación, un ingeniero ambiental se ve cubierto con un aura de salvador de la Madre Tierra. No importa que se dedique a analizar estadísticas y cambie de automóvil cada seis meses; para muchos está salvando el planeta. Si la misma sociedad tiene abundancia de información sobre problemas de energía, un ingeniero en materiales puede tener la misma aura. Pero hay niveles: un ingeniero que fabrique celdas solares puede gozar de mayor estima que un investigador sobre lo mismo: el primero hace algo tangible y vendible, el segundo hace algo, quien sabe qué, algo.
Tampoco es lo mismo dedicarse a diseñar que a dar mantenimiento. Los diseñadores son considerados gente creativa, cuyo límite es su propia imaginación. Los segundos pueden pasar por personas hábiles para hacer reparaciones. Entre ingenieros se puede saber que diseñar puede ser copiar ideas de otros y que el mantenimiento puede implicar memorizar varios planos y diagramas, además se conocer al detalle el fundamento físico y químico de los procesos que se realizan en la máquina. Lo segundo será más complejo que lo primero, pero eso es entre ingenieros: las personas no lo saben.
Ahora pensemos en la visibilidad de las áreas de trabajo: usemos como ejemplo el mantenimiento. Si el ingeniero se dedica a dar soporte técnico a computadoras en una empresa, posiblemente nadie se entere de la existencia de su trabajo hasta que algo falle. Y se enteraran dentro de la empresa, difícilmente fuera. No es lo mismo que los ingenieros que supervisan trabajos en las calles: tendido de cables, mantenimiento de ductos y otros. Estos son visibles, la población sabe que se hace algo. No en balde algunos gobiernos planean dichos trabajos durante las horas de mayor tránsito: se busca que las personas se enteren del trabajo realizado, aunque se pueda hacer de noche y sin ocasionar molestias.
Todo lo anterior conlleva diferentes interpretaciones cuando se trata de las relaciones sociales. Sobre todo cuando se es un ingeniero que cambia de área de trabajo con relativa frecuencia: se puede notar el cambio de trato de las personas si el profesional se involucra en áreas valoradas dejando atrás otras menos conocidas.
Obviamente, también interviene la apreciación del interlocutor: entre personas que valoran la riqueza, el ingeniero que efectué trabajos de en beneficio de poblaciones pobres no será tan bien recibido como aquel que sea gerente de una transnacional petrolera. Obviamente, sucede lo contrario cuando el interlocutor considera loable la distribución equitativa de la riqueza.
Lo único que puedo considerar una constante en todos los buenos ingenieros, es que son personas que ven los problemas y buscan las soluciones sin importar los interlocutores. Frecuentemente aprecio que los últimos sólo buscan platicar sus dilemas, no resolverlos, y ven interrumpido su discurso por una solución no solicitada. Esto puede llegar a romper todo el encanto.
Escrito el 2 de Febrero de 2015.

sábado, 31 de octubre de 2015

Educación ambiental.

Me decía un amigo que a su nieta de siete años la enseñan a no tirar basura en la escuela. El método consiste en no colocar botes para el efecto en el recinto escolar, y así los niños deberán llevarse los desechos de su comida a su casa. O bien, llevar la comida en recipientes que no se desechen.
Para él, preocupado por el ambiente, era importante que su nieta recibiera esta educación. Lamentablemente platicó conmigo. Lo primero que le comenté fue: “Si todos recordáramos lo que nos enseñan en la escuela, nadie cometería faltas de ortografía. Es más, muchos sabrían álgebra. La realidad es que todos olvidamos mucho de lo aprendido apenas egresamos”.
Pero, además, lo que se le enseña a la niña es a no tirar basura en la escuela. Eso es lo mismo que no tirarla en el comedor de mi casa porque mi madre me pone a trapear. Eso no es educación ambiental: lo que se necesita es no tener basura en ninguna parte, no solo en los lugares donde convivimos. La niña está recibiendo una buena educación cívica porque respetará, si no lo olvida, los lugares públicos. Pero educación ambiental es otra cosa.
Hace algún tiempo que aprendí a identificar hasta dónde existe el ambiente para las personas. Generalmente existe hasta donde llega su vista: una vez que la basura se va dentro de un camión recolector, desaparece de su ambiente. Lo mismo con cualquier otro problema de contaminación.
Las soluciones existen, sólo que no gustan. Por ejemplo, si tengo que llevar comida a la escuela o al trabajo, la forma de hacerlo sin generar basura consiste en imitar a nuestras abuelas: en un tiempo en el que no existían las bolsas y recipientes de plástico, todo se colocaba en recipientes durables dentro de bolsas de tela o papel. Lamentablemente, esto implica tiempo: para preparar la comida, para acomodar la comida dentro de los recipientes, para lavar estos últimos al final. Y tiempo es algo que no tenemos en nuestro actual estilo de vida. Sin embargo, todas las personas de más de cincuenta años que me platican sobre su infancia coinciden: antes no había plástico tirado en las calles.
Cambiemos el tono del discurso. Soy el primero en decir que los tiempos pasados no eran mejores: actualmente se tienen muchas comodidades y ventajas que antes no. Que tenemos menos tiempo para hacer nosotros todo lo necesario para nuestra vida, es cierto. Pero también es cierto que, teniendo trabajo, podemos concentrarnos en hacer aquello para lo que nos pagan. Y todos sabemos que la especialización de las personas eleva la calidad del trabajo. Así, es mejor que todos hagamos el trabajo para el cual nos hemos especializado. La basura es un mal necesario.
Y un claro beneficio de la basura es que genera empleos: los del barrendero, el recolector, el pepenador y varios choferes entre ellos. Que estén mal pagados es un problema de distribución de la riqueza, de discriminación social. Pero en una sociedad donde las crisis económicas se presentan con la misma frecuencia que los desastres naturales, generar empleos es una ventaja.
Lo que está mal es el autoengaño. Pensar en que solamente haciendo bien mi trabajo todo estará bien, es un autoengaño. El trabajo especializado es necesario; pero en una sociedad tan compleja como la nuestra, donde diariamente conviven personas con conocimientos totalmente dispares, es necesario que todos puedan ver el conjunto. Citando a Shakespeare, los árboles deben permitir que veamos el bosque.
No conozco un sistema educativo que durante veinte años promueva esto. El que conozco nos lleva de conocimientos básicos a conocimientos especializados, sin permitir detenernos en los conocimientos necesarios aunque polémicos: ética, política, o el propio ambiente. Los únicos que conocen de esto son los respectivos especialistas, quienes por su parte, siguen sin ver el bosque.
Escrito el 20 de Septiembre de 2014.

miércoles, 21 de octubre de 2015

Antropoceno.

La historia de la Tierra se divide en Eras Geológicas. Podemos decir que esas eras se diferencian por la formación de rocas características de cada una y por los fósiles que se encuentran en ellas. Así, en el Paleozoico se tiene abundancia de peces y animales con concha; esto se ve en los fósiles de las rocas que se empezaron a formar en ese tiempo.
Entonces, los geólogos tienen dos formas de delimitar las eras. La primera se refiere al tiempo en que se forman las rocas y la segunda a los fósiles que allí se encuentran. Son unidades geocronologicas y unidades cronoestatigraficas.
Además, las rocas en general se definen como una aglomeración de minerales y éstos como sólidos con estructuras químicas definidas. Así, el óxido de silicio se llama sílice (compuesto químico) y forma el cuarzo (mineral). Dependiendo de los otros elementos químicos con los que se una, puede formar amatista, ágata u otros minerales. Pero también es la base de la formación de la arena común. Y si forma arena, puede formar rocas areniscas: esto sucede cuando se consolida con fragmentos de otras rocas. Posiblemente el cuerpo de un animal quede atrapado y tengamos después un fósil.
Ahora pensemos en algo muy actual: un grupo de adolescentes se van a la playa, llevan comida empacada en plásticos y pasan la velada junto a una fogata. Un par de meses después, un geólogo podría analizar los restos de la fogata. ¿Qué encontrará? Restos de plástico calcinados, mezclados con arena de la playa y posiblemente algunos fragmentos de hueso.
Eso suena a una roca arenisca conglomerada: tiene arena (sílice), se unió a otros compuestos químicos (plástico) y al final se consolidó. Mientras los adolescentes de todo el mundo sigan velando en la playa, se seguirán encontrando rocas similares en muchos lugares. Con el paso de los siglos, tantos restos de fogatas pueden formar un estrato geológico.
Y no es cualquier estrato: tiene el valor agregado de algunos fósiles en su interior. Pensando en los fragmentos de hueso, ¿qué huesos serían? Posiblemente pollo, cerdo o res, animales característicos de este tiempo. Animales que no hubieran existido en la forma y la cantidad actuales sin la intervención de los humanos. Fósiles característicos de este tiempo. Puede parecer algo excesivo pensar en que las cenizas de una fogata sean una roca, pero cumplen con la definición de la geología.
A lo largo de la historia del planeta, los cambios geológicos han propiciado la evolución de las especies, la generación de nuevas rocas y el paso de una era a otra. Pero, por primera vez en dicha historia, una especie ha modificado tanto su entorno que se puede pensar en la creación de una nueva era: el antropoceno.
¿Excesivo? Pensemos en las toneladas de concreto que hemos fabricado para construir ciudades: una roca que no existía antes de nosotros y posiblemente no existirá después. O pensemos en los miles de huesos de animales que hemos matado para comer, o en los miles de cuerpos de personas enterradas en todo el mundo. Fósiles y rocas que servirán a los geólogos de otras especies, terrestres o extraterrestres, para estudiarnos.
Escrito el 2 de Noviembre de 2014.

domingo, 11 de octubre de 2015

Sostenibilidad, ahora sí.

La sostenibilidad consiste en satisfacer nuestras necesidades sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer las suyas propias. Es un término que se utiliza en ciencias del ambiente.
El término se definió en el Informe Brundtland en 1987 y el uso de la definición ha dado lugar a debates entre especialistas y planes de desarrollo de muchos países; incluso se ha utilizado como eslogan publicitario para la venta de productos, desde jabones hasta automóviles.
Uno de los problemas más recurrentes, cuando se trata de llevar a la práctica el concepto, es que  implica auto control: se trata de satisfacer nuestras necesidades y detenernos, no de incrementar nuestras comodidades aun si podemos hacerlo.
Todo esto tal vez sea muy claro para los especialistas, pero las poblaciones necesitan algo más tangible, algo que no implique leer libros pero deje claras todas las ideas. Creo que los sistemas de pensiones nos están dando la oportunidad de entender la sostenibilidad.
El sistema de pensiones mexicano, existente desde 1943, consistía en que la generación del momento trabajaba y pagaba la jubilación de la generación anterior, en el entendido de que la nueva generación pagaría la suya. Y fue así hasta que el destino nos alcanzó, allá por 1992. Después de unos años de ajustes, en 1997 se crearon unas cuentas de ahorro individual llamadas Afores, que cambian el esquema: si te jubilas es porque ahorraste, si no tienes ahorros, no te jubilas.
Este cambio ha llevado a la población a enfrentarse con el concepto de sostenibilidad: vas a satisfacer tus necesidades sin pensar en que las futuras generaciones van a trabajar para ti.
No recuerdo haber leído o escuchado esta interpretación del nuevo modelo de retiro, pero creo que será la primera vez en que alguna generación se enfrente a un problema de sostenibilidad de forma directa, a SU problema de sostenibilidad.
El actual sistema de retiro se basa en varias premisas que se conocen y manejan desde el informe de 1987: debes trabajar para satisfacer tus necesidades, no debes comprometer a las generaciones futuras a trabajar para ti y debes esforzarte en ahorrar para tu futuro, lo cual significa que aunque puedas comprar más satisfactores hoy, debes pensar en el futuro y evitar tantas tentaciones.
Obviamente, las personas no van a empezar a ser ordenadas y responsables de la noche a la mañana y sólo por la publicación de la actual Ley de Pensiones. Lo más probable es que la responsabilidad de pagar su jubilación se la transfieran a las únicas personas de las nuevas generaciones sobre las cuales pueden ejercer algún control: sus hijos.
Es muy probable que muchas personas que actualmente trabajan, no ahorren lo suficiente y dentro de veinte o treinta años deban recurrir a sus hijos para pagar su comida o medicinas; es decir, de un sistema de pensiones entre generaciones y administrado por el Estado, pasaremos a un sistema administrado por cada familia.
En cualquier caso, este esquema familiar va a tener un límite bien claro: la ausencia de hijos. Si se tienen tres hijos para ayudar a dos padres enfermos las tareas se reparten entre varios, habrá quien pague las cuentas y quien viva con ellos para ayudarlos. Pero la tendencia actual es tener menos de dos hijos y, en este caso, las cosas se complican: o se tienen ahorros para ayudarse o los hijos no serán suficientes para mantener a los padres.
En cualquier caso parece que esta será la primera generación que viva la sostenibilidad, que transite por este planeta sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones.
Escrito el 20 de Septiembre de 2014.

jueves, 1 de octubre de 2015

Estadística.

Al comprar ropa, te pruebas una camisa y si no te queda te pruebas otra. Lo mismo pasa con un modelo estadístico: se tiene un grupo de datos, se aplican las ecuaciones de un modelo de correlación y, si el resultado parece satisfactorio, entonces se acepta. En caso contrario se rechaza y se busca otra correlación. Los resultados se dicen satisfactorios cuando un coeficiente llamado R, que también se calcula, tiene un valor cercano a la unidad.
Durante las investigaciones científicas y con personas poco experimentadas, esto puede reducir la búsqueda de resultados a un juego de prueba y error. La actividad, ahora mal llamada investigación, se reduce a ir probando ecuaciones “a ver cuál ajusta”. Las personas se olvidan de los fenómenos que observan, de las leyes que los gobiernan y de la forma en que se recolectaron los datos; se olvidan del trabajo. Para ellas la actividad termina siendo un juego de sustitución de datos en una colección de ecuaciones para escoger una entre todas y, como las computadoras pueden hacer mucho de esto, termina siendo una serie de botonazos y teclazos.
Exagero; en toda investigación científica debe existir al menos un líder que recuerde qué, cómo y por qué se están haciendo las cosas. De esta persona dependerá la entrega de resultados y que el resto pueda entender algo más que la sustitución de datos. Pero existen varias dificultades durante el trabajo de investigación que hacen difícil la tarea del líder.
Al hacer experimentos y encontrar que los resultados no se pueden explicar del todo con las teorías existentes, se puede pensar varias cosas. “Ahora sí me dan al Nobel”, es decir, se tienen datos que refutan alguna teoría o se ha encontrado un nuevo campo de estudio. Pero para llegar a esto es necesario descartar los posibles errores de medición, de manipulación de los datos o de los experimentos, así que antes se puede pensar: “Y ahora, ¿cómo justifico esto?”
Si recordamos que la investigación es un trabajo que exige resultados como cualquier otro, podemos entender la necesidad de los investigadores de buscar financiamiento para experimentos y mediciones que tengan altas probabilidades de arrojar resultados publicables. Es ahí donde entran las correlaciones mencionadas al inicio.
Resulta que es aceptado en muchas de las áreas de la ciencia que una correlación con R cercana a la unidad refleja algo. Puede ser que denote una recién descubierta relación entre dos fenómenos, o puede ser que diga que la investigación se hizo de manera correcta y los resultados son buenos. El caso es que una R cercana a uno es publicable y poco cuestionable.
Por ello se da la búsqueda entre las colecciones de ecuaciones “a ver cuál ajusta”. A veces no se trata de explicar un fenómeno, se trata de lograr publicar un artículo científico sobre el trabajo, porque ese fue uno de los compromisos adquiridos con el financiamiento de la investigación.
Sin embargo, se corre el riesgo de investigar lo obvio: cuando no se tiene ninguna idea sobre  “experimentos y mediciones que tengan altas probabilidades de arrojar resultados publicables”, es muy posible que se proponga hacer el trabajo sobre teorías ya aceptadas, buscando un nuevo enfoque que se reflejará claramente en una correlación con R cercano a uno.
Estos problemas son los que hacen que el líder de la investigación a veces tenga problemas para explicarle a sus colaboradores o ayudantes que la R es importante, pero que no es lo único, que la investigación no es como la búsqueda de una talla de ropa.
Escrito el 10 de Agosto de 2014.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Esclavitud.

Las máquinas, y no el humanismo, abolieron la esclavitud. Una hipótesis interesante para considerar, de la cual desconozco trabajos históricos que la aborden, la leí en www.historiasdelaciencia.com. El planteamiento es muy sencillo de entender y se basa en la causa raíz de la esclavitud: la economía.
Los esclavos se necesitaban para hacer trabajo. Así fuera para edificar pirámides o para producir cosechas, hacían trabajos sin un pago, únicamente consumiendo algo de comida. Dado que no era necesario darles una retribución económica y hacían trabajo físico, en su mayoría, repetitivo y para nada creativo, la actividad económica podía desarrollarse con márgenes de ganancia o con riesgos mayores por parte de los dueños.
Sin retribución económica, trabajo físico repetitivo, nula creatividad. Parece la descripción del trabajo de un motor. ¿Puede utilizarse un motor para sustituir a un hombre en estos trabajos? Sí, es obvio. ¿Existen ventajas económicas al hacerlo? Sí: el cuerpo humano transforma en energía para el trabajo sólo el 20% de la que consume con alimentos; un motor del siglo XIX tenía eficiencias del 40% y 50%. Más del doble, sin considerar el cansancio del capataz por los latigazos. Incluso había ahorros en cuanto a cuidados: los motores no huyen de sus dueños.
Cierto es que existían argumentos para justificar la esclavitud. Los indígenas no tienen alma, decían los españoles en México. Los negros van a darse a los vicios, decían los blancos en Luisiana. El darwinismo social buscaba justificar la esclavitud: las sociedades compiten entre sí tal y como hacen las especies, el resultado “natural” es que unas dominen a otras.
Pero es claro que los argumentos sólo se sostienen por la realidad: por muy convencido que se encuentre un esclavista de sus argumentos, el ahorro en la producción lo lleva a sustituir a los esclavos por motores y a olvidar aquellos.
Es cierto que los motores tienen algunas desventajas: es necesario tener conocimientos de mecánica para mantenerlos funcionando, y no se reproducen. Pero el incremento de su eficiencia y lo predecible de su comportamiento suplen con creces sus deficiencias. Incluso se puede educar a algunos antiguos esclavos para hacer el trabajo de mantenimiento de varios motores; el costo se justifica con el aumento de la producción.
Todo lo anterior es sólo una parte del problema de la esclavitud. El argumento de los motores más eficientes pudo ser la opción para abrazar los argumentos de derechos humanos universales. Si la mayoría de los seres humanos toman decisiones basados en sentimientos, los argumentos técnicos o económicos no deberían de haberlos convencido de abolir la esclavitud de la noche a la mañana. Pero los motores sí revolucionaron las formas de producción, y eso se debe tener en cuenta cuando se habla de cambiar de un modo de producción esclavista a uno industrializado.
Por último, una idea propia: actualmente existe esclavitud, se trata de trabajos que no pueden hacer los motores, se llama comercio sexual. Creo que podemos considerar la posibilidad de que el desarrollo de robots con fines sexuales terminará dejando fuera del contexto económico la trata de seres humanos. Estoy consciente de que sería mucho mejor eliminar dicho comercio mediante regulaciones, que se diera en un marco leal y sin abusos. Sin embargo, un robot tiene varias ventajas, empezando por la nula posibilidad de transmisión de enfermedades y la posibilidad de venderse como cualquier máquina.
Es cierto que la sexualidad es un acto humano, entre humanos mayoritariamente; es cierto que implica sentimientos y no sólo actividad física. Pero eso no es lo que buscan quienes que pagan por sexo. Ellos buscan tener un rato de diversión, y si una máquina puede proporcionar esa diversión, no veo por qué desecharían la opción.
Escrito el 10 de Agosto de 2014.

viernes, 11 de septiembre de 2015

¿Qué prefieres: pagar tu jubilación o tu casa?

Al principio pensé que era un problema personal: no quería sentar cabeza, no tenia un buen empleo, deseaba disfrutar de la juventud o algo similar.
Pero tuve que desechar todas y cada una de esas hipótesis. Ante mis ojos han desfilado decenas de noticias sobre la crisis de pensiones: el gobierno mexicano no tiene dinero para pagarles a sus jubilados. Para evitar que el problema siguiera creciendo inventaron las Afores: sistemas de inversión que pagarán con sus pocas o muchas ganancias la jubilación de cada persona. Si durante los treinta y cinco años de tu vida laboral además de tener un patrón que aporte a tu Afore, tú dedicas parte de tus ingresos a incrementar el monto de inversión y vigilas que tenga buenas ganancias, tal vez tengas un retiro modesto. Y, ojo: tal vez suceda que no vas a tener todos los ingresos de tu vida laboral; sólo una parte.
¡Esto sí es una brecha generacional! Aquello de que escuchamos música diferente, de que no vestimos igual o de que “en mis tiempos eso no se veía”, son pequeñeces. Tener que responsabilizarse de su jubilación es algo de lo que no se puede hablar con un jubilado: es claro que entienden el problema, no es algo complicado; pero no tienen ningún aliciente para preocuparse. Ellos podrán cobrar cada quincena sin haberse preocupado de ver los rendimientos de su inversión durante su vida laboral.
Por otro lado, está la compra de una casa. Se supone que después de trabajar durante diez o quince años, se puede pensar en que ya se tiene la estabilidad suficiente como para comprarla. Lástima que vivir en una casa de interés social oyendo a los vecinos de ambos lados no sea algo que me atraiga. Y doblemente lástima porque, para comprar una casa así, frecuentemente es necesario conseguir un préstamo, y empieza otra vez el mismo cuento: si tienes aportaciones propias o de tu patrón a tu cuenta del IMSS, entonces podrás aspirar a un crédito para vivienda.
¿Cuántas personas están dadas de alta en el seguro social con su salario real? No lo sé, pero por lo que he leído y escuchado, son muy pocas.
Y por lo que he visto, son poquísimas. Cada vez que he conocido a una persona de menos de cuarenta años que está estrenando casa, el crédito lo obtuvieron sus padres o tíos. Y los padres o tíos pueden destinar el crédito ganado con 30 años de trabajo a la compra de la casa del hijo porque ellos vivieron y heredaron la casa de los abuelos.
Dicho de otra forma: no conozco a una persona que sin tener empleo en Universidades o gobiernos, sin ser director de una empresa, sin tener una herencia, es decir, sólo con su trabajo, pueda garantizar su jubilación y comprar una casa antes de los cuarenta años.
¿Y de dónde la obsesión de los cuarenta? ¿Por qué no esperar a los cincuenta años para arreglar todo? No es mi caso, pero generalmente las personas quieren tener hijos y los van a tener antes de los cuarenta para evitar problemas de salud durante el embarazo o de falta de energías durante la infancia y adolescencia. Los cuarenta años son sólo la referencia para quienes quieran procrear y, por lo tanto, necesitan una casa donde criar y una jubilación evitando ser una carga para sus hijos.
Al tener que decidir entre la jubilación y la casa, elegí la primera. Porque no sé si voy a trabajar toda la vida en la misma ciudad, porque no voy a tener las mismas necesidades durante la vida laboral que durante  la vida como jubilado y porque con un ahorro se puede comprar una casa, pero con una casa difícilmente se puede tener un ahorro. De tener hijos me olvidé.
Escrito el 27 de Julio de 2014.

martes, 1 de septiembre de 2015

Población mundial Parte II.

Científicos estiman que no se puede controlar el crecimiento mundial. Dado que es un fenómeno donde interviene la voluntad de las personas, se entiende que sólo se pueden hacer estimaciones. Estos científicos, biólogos especializados en poblaciones silvestres, aplicaron los métodos de su área de trabajo para determinar el crecimiento de la población humana. Enfoque interesante por dos lados: los humanos no dejamos de ser animales y los métodos aplicados varían respecto a los utilizados en las áreas sociales.
La conclusión, ya mencionada, incluía una serie de escenarios. ¿Qué pasaría si tuviéramos una tercera guerra mundial tan mortífera como las dos primeras conjugadas? ¿Qué pasaría si hubiera pandemias como las que dispersan a las poblaciones animales? ¿Qué pasaría si se limita la gestación de hijos a uno por cada pareja? Vamos, un estudio completo.
Y el resultado, repito: no se puede controlar a la población mundial.
Pero ¿qué opinan los lectores sobre la noticia?
La mayoría piensa que es un intento por reducir a la población mundial. Citan a Malthus y recuerdan la eugenesia a la vez que se sienten agredidos por ser ciudadanos del tercer mundo, mientras que los científicos lo son del primero.
Y es de la lectura de estos cometarios de donde surgen mi asombro y mi preocupación. Si se tratara de un juego, donde los científicos ganaran deteniendo el crecimiento de la población mundial y los lectores, reproduciéndose como conejos, de entrada los primeros se dieron por derrotados. “No se puede detener”, fue su conclusión.
Pero también ahora los lectores se sintieron agredidos. Lejos de pensar que los científicos son biólogos y no sociólogos, lejos de comprender que el estudio supone resueltos los problemas de generación de alimentos y energía para tantas personas, se sienten agredidos.
Y me preocupa porque esto demuestra que muchas veces las personas no entienden la ciencia, aun cuando ésta sea la única esperanza de sobrevivencia de la especie. Sea para cuidar este planeta o para colonizar otro, la ciencia es el único medio posible de lograrlo. Pero los lectores se sienten agredidos.
Esto último lleva a que nos encontremos lejos de vivir en una sociedad democrática e informada. ¿Es necesario informar a quienes van a descalificar sin analizar? Cualquier científico o gobernante puede sentirse tentado a responder que no. De entrada, se ahorra un buen de dolores de cabeza; pero, además, no pierde nada omitiendo la información.
¿Y la democracia? ¿Y el derecho a la información? Pues resulta que ambos parten del supuesto de que la población es consciente, de que va a pensar y razonar. Los lectores de la noticia no hicieron nada de ello.
Escrito el 8 de Diciembre de 2014.

lunes, 31 de agosto de 2015

Población mundial Parte I.

Pensemos en extinguir a los humanos. Pandemias, hambrunas, guerras, catástrofes naturales, surgen como causas probables. Pero pensemos en los problemas que se tendrían para lograrlo.
¿Varias pandemias pueden extinguir a los humanos? No. Una enfermedad como el ébola, sin vacuna conocida, puede matar a muchos, pero el resto puede aislarlos y evitar su propia muerte. ¿La gripe común? Mata a muchos, a más humanos que el resto de las enfermedades, pero no amenaza nuestro crecimiento poblacional. Es más, en los últimos dos siglos ni siquiera el conjunto de enfermedades conocidas ha matado a tantos humanos como para detenerlo.
Las guerras podrán ser espectaculares, en el sentido de causar asombro, pero no son muy eficientes. El problema radica en que se gastan muchos recursos para matar a cada persona. Y si no parece así, recordemos cómo afectaron a la población mundial las dos guerras mundiales: hicieron más lento su crecimiento pero no lo detuvieron. Después de todos los horrores de ambas guerras, al final existían más humanos que cuando empezaron.
El hambre podría hacer algo, pero no mucho. Se ha hablado mucho de las terribles condiciones en las que viven las personas de países africanos, por ejemplo Sudan o Somalia. El primero tenía una tasa de crecimiento poblacional de 2.0% en 2013, el segundo de 2.9%. Es decir, nacen un poco más de los que mueren. Nada mal para lugares con fotos de niños muriendo de hambre.
Las catástrofes naturales son todavía menos eficientes. Pueden ser espectaculares, como las guerras: huracanes, tsunamis, tornados, sequías y volcanes proporcionan fotografías y videos espectaculares. Pero es más derroche de energía que eficiencia exterminadora.
Tal vez, y sólo tal vez, el agotamiento de las fuentes de energía fósil pueda hacer algo. El hecho de que la mayoría del transporte, agricultura, industria química y calefacción domestica dependan de estas fuentes de energía, podría llegar a afectar los servicios de alimentación y salud lo suficiente para detener el crecimiento. Pero antes deben pasar varias cosas.
Lo primero que se me ocurre es el ajuste en la distribución de los recursos. Actualmente, pocos países utilizan la mayoría de los recursos; si esto cambia, entonces podemos pensar en seguir reproduciéndonos un poco más.
Lo segundo que me viene a la mente es utilizar más eficientemente la energía. Esto generalmente tiene que ver con el desarrollo de nuevas tecnologías y con el cambio de hábitos de consumo de las personas. No creo que suceda lo segundo: alguien que esté dispuesto a pagar por flojear es un buen negocio. Pero podemos confiar en lo primero. Otro montón de nuevos humanos.
Utilizar sólo la energía indispensable es otra posibilidad. Nada agradable para muchos, pero posible y efectivo. Y de efectos múltiples. Por ejemplo, Cuba. Después de la caída del bloque socialista, Cuba dejó de recibir petróleo soviético. Treinta años después el balance fue positivo: menos gasolina, menos uso de automóviles, menos enfermedades cardiacas, más cubanos sanos.
Sospecho que seguiremos creciendo durante varios siglos.
Escrito el 5 de Noviembre de 2014.

viernes, 21 de agosto de 2015

El Mundial de Fútbol.

Veamos lo que sucede alrededor. Por ejemplo, los estadios.
Parece ser que los países concursantes deben tener entre ocho y diez estadios con capacidad de 45,000 espectadores y uno o dos para alojar al menos 80,000 fanáticos, para poder ser elegidos como organizadores. Varios países europeos o norteamericanos han pasado bien la prueba de la infraestructura. USA en 1994 adaptó estadios de béisbol y de fútbol americano para el evento; México en 1986; Italia en 1990; Francia en 1998 y Alemania en 2006, utilizaron los estadios de sus respectivas ligas locales y la inversión fue poca o justificable cuando el país tiene una población aficionada. El problema empieza cuando no se tienen suficientes estadios. Corea del Sur construyó todos los estadios de 2002. Sudáfrica también tuvo que construir la mayoría, y Brasil también edificó o remodeló varios. En países dictatoriales y petroleros como Catar esto no es un problema: el gobernante no le pregunta a nadie y tiene el dinero para hacer lo que quiera; pero en los democráticos cómo Corea, Sudafrica o Brasil, la situación es diferente.
La inversión en estos estadios siempre es polémica: ¿cuánto dinero tiene que invertir el gobierno?; ¿quién se lleva las ganancias del evento?; ¿para qué se van a utilizar los estadios posteriormente? Por ejemplo, en Brasil se está proponiendo adecuar estadios como condominios para utilizar la infraestructura. Y eso que es un país futbolista. No imagino qué habrán hecho los coreanos.
Mucho se puede decir de la infraestructura aledaña a los estadios. De entrada, es necesario considerar cuántos aficionados se estima que llegarán y si existen cuartos de hotel suficientes, pero también se necesita saber con cuánto dinero viajan: en Alemania se alojó a cientos de mexicanos en un antiguo campo de concentración nazi para evitar que pasaran frío durante la noche durmiendo en parques. En Rio de Janeiro los aficionados argentinos pudieron dormir en la playa. El problema fue limpiar después.
¿Cómo llegan las oleadas de aficionados al país anfitrión? Es otro problema: se debe tener suficientes aeropuertos y carreteras para recibirlos. Pero no sólo se trata de los problemas en ese país: durante 2010 tuve un equipo parado en el aeropuerto Benito Juárez durante diez días. No era posible embarcarlo porque los aviones grandes de todas las aerolíneas se encontraban en Sudáfrica y el equipo no entraba por las compuertas de carga de los aviones chicos.
Pero no sólo los estadios comportan datos interesantes: el consumo de agua potable se mueve respecto a los horarios de los partidos. Países cómo España y Alemania han medido flujos extremos del liquido en sus drenajes durante los medios tiempos y finales de partido. Es obvio: 45 minutos tomando cerveza pasan factura, y si no se quiere perder ni un segundo de la transmisión del medio tiempo, toda la población desfila por los inodoros en el medio tiempo o después del final.
Estos mismos fanáticos deben tener en cuenta que un partido puede afectar su salud: en una final de campeonato se pueden ganar hasta dos kilos de sobrepeso con las botanas ingeridas según estadísticas de España. Y al menos en Alemania se triplicaron los casos de infartos y arritmias cardíacas durante su mundial.
El aspecto sexual es un tema del que no hablan ni los países anfitriones ni la organización rectora del evento. El comercio respectivo es fuente de polémica e infecciones por igual entre anfitriones y aficionados. Pero no es algo a observar sólo entre ellos: sitios de citas en Internet aseguran que el número de relaciones sexuales se eleva durante los horarios de los partidos. Asumiendo que los esposos son los fanáticos del deporte, se supone que las esposas aprovechan el tiempo para tener otro tipo de encuentros.
Escrito el 27 de Julio de 2014.

martes, 11 de agosto de 2015

Los 74 minutos de los discos compactos originales.

Juguemos a los detectives: se trata de descubrir el porqué de los 74 minutos. Si buscamos en la Internet, podemos sacar de entre muchas paginas todos los datos de la historia. Así que sólo los ordenaremos de forma coherente como las pistas de un caso de detectives.
De inicio podemos ubicar la creación de los discos compactos como un trabajo conjunto de las empresas Phillips y Sony. También podemos encontrar información acústica sobre las necesidades a cubrir por los discos: un adulto joven sin deterioro en su capacidad auditiva puede escuchar hasta veintidós mil ciclos por segundo, y la frecuencia de muestreo debe ser el doble de dicha capacidad para evitar que se detecte ruido en la grabación. Entonces se necesitan 44 100 kHz.
Y varios datos técnicos: para reproducir toda la escala de intensidades del sonido, desde pianississimos hasta fortississimos, se requieren 16 bites de información. Haciendo conversiones de unidades se llega a determinar que los discos compactos necesitan almacenar 88 200 bites por segundo para que la reproducción abarque toda la gama de sonidos detectables por el oído humano, sin ruido. Sin embargo, esta cantidad es suficiente sólo cuando tenemos nada más una fuente de sonido, cuando pensamos en el sonido estereofónico necesitamos el doble: 176 400 bites por segundo.
Ahora un detalle: los discos compactos se leen de la misma forma que un disco de vinilo, es decir, poseen pequeños surcos por donde pasa el rayo láser que hace el trabajo de la aguja de antiguos tornamesas. La diferencia es que son surcos tan pequeños que terminan siendo invisibles para el ojo humano y dan el tan conocido aspecto de espejo. Sin embargo, son surcos y determinan el tamaño del disco: se requiere tanta información por segundo de música, eso son tantos micrómetros de largo y tantos de ancho, el resultado son tantos centímetros de diámetro por cada hora de grabación.
Considerando lo anterior, todo el trabajo de desarrollo se hizo con prototipos de una hora de duración. Teniendo los primeros resultados validados por músicos expertos, Phillips se adelantó a Sony: empezó la construcción de una fabrica de discos de 115 milímetros de diámetro, suficientes para grabar la hora de música exacta. Cuando Sony se enteró de esto vio que su colaborador y competidor tendría ventaja al producir y por lo tanto vender los primeros lotes de discos compactos. Tenían que buscar la forma de anular la ventaja comercial.
Ahí fue donde entró Norio Ohga a escena. Habiendo hecho estudios profesionales de música, mandó a Sony una crítica tan constructiva sobre los primeros casetes que la compañía lo invitó a trabajar con ellos. Escaló puestos hasta llegar a ser su presidente. Cuando se empezó a trabajar en el desarrollo del disco compacto tenía este puesto.
El problema era entonces cambiar el tamaño de los discos o, lo que es lo mismo, su duración para que Phillips no se comiera el futuro mercado. Ohga encontró la excusa perfecta, una obra imprescindible para cualquier amante de la música de más de una hora de duración: la Novena Sinfonía de Beethoven.
Sin embargo, las grabaciones más conocidas de la Novena no pasaban de 65 minutos; con cualquier adelanto tecnológico, Phillis podía llegar a gravar la Novena en un disco de 115 milimetros. O incluso cualquiera sabe que las obras musicales se pueden tocar variando los tiempos, una obra se puede acortar tocando más rápido: un director de fama mundial acomodando los tiempos era suficiente para Phillips. Por esto se buscó la grabación más larga siendo esta la del director Wilhelm Furtwängler realizada durante el Festival de Bayreuth de 1951: 74 minutos de duración.
También es cierto que existían obras más largas, por ejemplo la Tercera Sinfonía de Gustav Mahler (una hora y cuarto) o la Primera Sinfonía de Harvergal Brian (dos horas), pero ninguna de ellas es tan importante y famosa como para poder justificar el cambio de formato sin objeciones: Beethoven sigue siendo El Titán.
Escrito el 21 de Julio de 2014.

sábado, 1 de agosto de 2015

La muerte absoluta Parte II.

Si logramos evitar la muerte de nuestra Historia viajando a otras estrellas, esto continuará hasta que se acaben los sistemas solares y los seres vivos de ese entonces tengan que utilizar una fuente de energía diferente a las estrellas: es el final de la era estelífera dentro de la historia del Universo.
Cuando el Universo se quede sin estrellas, cualquier forma de vida que haya existido deberá haber encontrado otra fuente de energía para sobrevivir. Actualmente, en este planeta casi todas las formas de vida se alimentan de las plantas. Estas a su vez reciben energía del Sol.
Entonces, nuestra Historia se encuentra alimentada por la energía solar. Sin Sol se extinguen las plantas, con ellas los Homo sapiens y con éstos la historia de la especie. En el caso ya planteado de otra especie terrestre o extraterrestre que pueda preservar parte de nuestra historia, esto dependerá de la energía que proporcione nuestra estrella u otra. Sin embargo, las estrellas dejarán de existir.
Se estima que faltan diez billones de años para que el Universo se quede sin estrellas. Sólo para dar una idea de este lapso, el Universo tiene 13,798,000,000 años. Díez billones de años se escribe así: 100,000,000,000,000 años. Siete mil docientos cincuenta veces la edad actual del Universo.
Es cierto que un lapso de tiempo rebasa cualquier intento de entendimiento humano. Nuestro cerebro simplemente no puede imaginar algo así. Y suponiendo que nuestra Historia se hubiera preservado e incrementado durante todo ese tiempo, la cantidad de libros o unidades de almacenaje digital que abarcaría sería tan grande que se requerirían ejércitos de historiadores para estudiarla, y otros tantos batallones de especialistas para clasificarla y preservarla.
Pero seamos optimistas y pensemos que al final de la era estelífera una especie de seres vivos inteligentes nos recordará.
En ese caso, la preservación de nuestra Historia y la burla a la muerte dependerán de que dichos seres puedan encontrar otra forma de energía para sobrevivir. Bien puede tratarse de que sus plantas se alimenten de una forma de radiación electromagnética diferente a la luz, o de que ellos mismos sean capaces de alimentarse de dicha fuente de energía sin seres intermediarios.
Después de la extinción de las estrellas no tenemos certeza de lo que pasará: si el Universo se sigue expandiendo como hasta ahora o si se contrae, no lo sabemos. Tampoco sabemos qué sucedería en cualquiera de los dos escenarios. Pero podemos imaginarlo.
Si el Universo continúa expandiendose, si las estrellas se alejan cada vez más las unas de las otras, es probable que nunca, nosotros u otra especie que conozca nuestra existencia, podamos salir de la Vía Láctea: es como tratar de salir de una habitación que se hace dos pasos más grande por cada paso que damos hacia la puerta. Y, en este momento todavía no sabemos caminar.
Sobrevivir después de la extinción de las estrellas implicará tratar de evitar la muerte térmica. El Universo actualmente “vive” porque existen objetos con temperaturas diferentes: el Sol puede proporcionar la energía para la vida en la Tierra porque ésta es más fría que aquél. Pero después de muchos millones de años, todo el Universo tendrá la misma temperatura. Entonces no existirá posibilidad de vida y nuestra Historia terminará.
En cambio, si en algún momento el Universo se empieza a contraer, la lucha será por evitar morir aplastados por objetos estelares cada vez más cercanos los unos a los otros.
Sólo sabemos que los cambios durante la evolución del Universo llevarán a hacer cada vez más difícil la existencia de alguna especie viva. En el último de los casos, su fin será el fin de nuestra Historia y nuestra muerte absoluta sin importar cuántos años estuvimos presentes en él.
Escrito el 13 de Julio de 2014.

viernes, 31 de julio de 2015

La muerte absoluta Parte I.

Todos vamos a morir, pero algunos intentamos trasender. La forma más facil de hacerlo es procrear: dejas parte de ti en tus hijos, así sean sólo los génes o, más complejo y completo, su educación. Otra forma de evitar la muerte es el paso a la historia mediante la creación de algo que perdure en el tiempo: artistas y científicos son ejemplos de personas que “viven” en sus creaciones o descubrimientos. También los deportistas sobresalientes pueden pensar en burlar la muerte física, al menos mientras su deporte sea popular y no existan muchos otros que superen sus logros.
También quienes construyen grandes obras de ingeniería o arquitectura pueden pensar en su paso a la historia, sólo que son pocos los nombres de constructores que recuerda el común de la gente: ¿quién diseño el canal de Panamá? ¿quién construyó el museo de Louvre? Lo mismo pasa con muchos gobernantes; ¿quiénes aprobaron las reformas para que las mujeres votaran en los diferentes países? En todos los anteriores ejemplos no todas las personas pasan a la historia; pero al menos tienen la esperanza de ser recordados.
Es claro que cada forma de pasar a la historia tiene su influencia: procrear sólo tiene efecto para pocas personas y durante unas décadas; después las generaciones futuras te olvidan. Algunos científicos, gobernantes y artistas, son recordados por más personas y durante mayor número de años.
Es obvio que el paso a la historia depende de que existan personas que sobrevivan al personaje. Mientras la especie humana exista, existirá historia. Sin embargo, en el supuesto caso de una extinción de los humanos, siempre existirá la posibilidad de que surja otra especie inteligente en este planeta y sus geólogos, paleontólogos y arqueólogos reconstruyan parte de nuestra historia. Algún Homo sapiens será recordado entonces. Y, en caso de que no surgiera otra especie inteligente en este planeta, existe la remota posibilidad de que una especie alienígena encuentre este planeta y sus especialistas lleven a sus museos los restos de la obra de alguno de nosotros.
Pero se requiere que esto suceda antes de que la Tierra sea destruida por el Sol. Si la especie humana no se extingue o, extinguiéndose, otra especie (terrestre o extraterrestre) estudia la historia, todo acabaría si el planeta es destruido por el Sol cuando se convierta en una estrella gigante roja. Cierto es que esto sucederá dentro de mucho tiempo, cinco mil millones de años, pero sucederá.
Suponiendo que la especie humana u otra especie lograra salir de este planeta con varios libros sobre nuestra Historia y nuestras creaciones, posiblemente sea buena idea que compremos el mismo libro en varios idiomas, a fin de que el arqueólogo pueda descifrar nuestro idioma tal y como se hizo con la Piedra Roseta. Y de preferencia en al menos dos formatos: papel y digital para tratar de dar opciones según la tecnología de la que disponga el especialista del futuro.
Escultores, ingenieros y arquitectos no tendrán tanta suerte: de sus obras es posible que sólo sobrevivan fotografías o modelos tridimensionales dentro de una computadora; es imposible llevar un edificio al espacio.
Pero recordemos que parte de nuestra Historia ya salió del planeta: las ondas electromagnéticas de radio y televisión emitidas durante el último siglo no sólo viajaron hacia nuestros aparatos receptores; los habitantes de Alfa Centaruri posiblemente se encuentren en este momento viendo a Los Beatles en The Ed Sullivan Show. Músicos, actores, políticos y deportistas ya salieron del sistema solar.
Sin embargo, aun cuando otros seres vivos e inteligentes, descendientes nuestros o no, puedan estudiar parte o toda nuestra Historia, esta es una carrera contra el tiempo: si nuestra Historia se libra de la destrucción del planeta y del sistema solar, se deberá saltar de planeta en planeta huyendo de la destrucción por sus respectivos soles.
Escrito el 18 de Julio de 2014.

martes, 21 de julio de 2015

El Principito.


¿Cómo trabaja un científico con algo que no conoce? ¿Con algo tan grande o pequeño que no puede imaginar?
¿Cómo trabaja con algo tan grande como la edad del Universo o tan pequeño como el tamaño de un átomo?
Peor aún: ¿cómo maneja un matemático algo que rebasa cualquier dimensión? ¿Cómo trabaja con el concepto de infinito?
La novela “El Principito” de Antoine de Saint-Exupéry puede dar un bello ejemplo de cómo lo logran. Durante la narración, el Principito le pide al aviador que dibuje un cordero. Cuando el aviador lo hace, el Principito le dice que no le gusta, que dibuje otro. Después de varios intentos fallidos, el aviador dibuja una caja y le explica al Principito que el cordero se encuentra dentro de ella. El Principito queda satisfecho.
Algo parecido se hace en ciencias. A veces no se puede imaginar el objeto de estudio, pero se crea algo para trabajar con ello. Algo como la caja del cuento.
Ningún cerebro humano puede imaginar la edad del Universo, es algo que supera la capacidad de nuestro cerebro. Es tanto como pedirle a un corredor que supere en velocidad a un guepardo: sus músculos no pueden hacerlo. Sin embargo, podemos escribir la cantidad. El número funciona como la caja del cuento: no es necesario imaginar al cordero para saber que se encuentra dentro de ella. No es necesario imaginar la edad del Universo para escribir el número de años.
Y así como dibujar una caja es más sencillo que dibujar un cordero, trabajar con un número es más sencillo que imaginar lo que representa: todos los números obedecen las mismas reglas, sin importar su tamaño. Así, trabajar con números grandes inimaginables es igual que hacerlos con los números pequeños y conocidos.
Lo mismo pasa con algo tan pequeño como los átomos: no fue necesario ver uno para saber cómo son. Bastó con imaginar cómo sería un átomo dentro en un cuerpo si experimentamos con este: por lo que percibiéramos desde afuera podríamos imaginar lo que está adentro, su peso, su tamaño y parte de sus características. Si manipulamos y observamos la caja podemos deducir que existe un cordero dentro.
Lo mismo hizo Cantor cuando estudió el infinito: sabia que era tan grande que no podía imaginarlo. Así que lo metió en una caja y estudió ésta en vez de aquel: si todos los números caben en una caja y dentro de ella colocamos dos más pequeñas, una para los pares y otra para los nones, es claro que la primera es el doble de grande de las dos que se encuentran en su interior. Es claro que los números pares y los números nones son infinitos, pero las cajas donde los metimos son la mitad de tamaño de la caja donde se encuentran todos.
Entonces, por muy descabellado que parezca, existen infinitos más grandes que otros. Nunca se trató de pensar en todos y cada uno de los números: es imposible. Pero imaginando cajas dentro de cajas podemos deducir el tamaño de cada grupo de números, por muy infinitos que sean. Algo así como saber qué tan gordo es el cordero sólo viendo el tamaño de la caja donde apenas cabe con exactitud.
Escrito el 18 de Julio de 2014.

domingo, 12 de julio de 2015

El medievo empezó antes.

Cuenta la historia que en 476 DC, con la caída del Imperio Romano de Occidente, empieza la Edad Media europea. También cuenta que la etapa se caracterizó por el dominio de la religión sobre cualquier otra forma de pensamiento.
Muchos historiadores están de acuerdo en que la fecha sólo es una referencia y se tienen, al menos, tres o cuatro siglos de acontecimientos, previos, que hicieron posible la caída del Imperio y el surgimiento del nuevo orden social.
Como parte de estos cambios se citan frecuentemente las conquistas militares, las revueltas de los esclavos, el surgimiento del cristianismo, traiciones y malas administraciones de los emperadores y del senado y los enemigos externos. No he leído nada sobre el nulo desarrollo científico de los romanos.
El pueblo romano es uno de los mejores ejemplos de ingenieros que no se preocupan por conocer la razón de ser de las cosas. Para ellos no era importante hacer ciencia; con la tecnología bastaba. Y bastó durante mil años, diez siglos de conquistas militares y varias formas de gobierno para controlar toda la cuenca del Mediterráneo.
La mayoría de sus conocimientos provenían de los griegos y egipcios: los filósofos como Arquímides, y Ptolomeo, fueron quieres les dieron a los romanos los conocimientos para dominar tecnológicamente a los pueblos vecinos y, cuando esto no bastó, la respuesta fue copiar la tecnología de otros como en el caso de los barcos de Cartago.
Pero crear nuevo conocimiento no era algo que hicieran. En mil años de historia solo tuvieron un filósofo original: Cicerón. Todos los demás eran seguidores de Platón. Para hablar de pensadores, de científicos que observaran el Universo y trataran de interpretarlo es necesario ver hacia Egipto y la biblioteca de Alejandría, o a Grecia y sus escuelas de pensamiento. Ambas regiones eran parte del dominio romano, pero no tenían opinión sobre los asuntos de gobierno.
Creo que la falta de interés por algo parecido a la ciencia, a la búsqueda de conocimiento, fue lo que ocasionó la caída del Imperio. Esa falta de interés por resolver problemas que no tienen aplicación inmediata pero que, a la larga, hacen pensantes a las personas, fue la causa de que los senadores y emperadores no tuvieran forma de interpretar los sucesos que dieron pie a su caída.
¿Para qué hacer matemáticas si puedes construir puentes, acueductos y caminos eternos? Es cierto que las obras romanas bien pudieron seguir de pie hasta nuestros días. Si son ruinas, es por la acción de los hombres, no por fallas en su construcción. Pero hacer matemáticas te permite pensar en cualquier obra, no sólo en la que necesitas en el momento.
Es cierto que pedir que los romanos pensaran como científicos mil quinientos años antes de la Ilustración es demasiado. Pero pensar en que su caída se debió a la falta de previsión, a que las personas pensaban que Roma era la ciudad eterna, eso no es demasiado.
Los romanos no pudieron ver más allá de los problemas inmediatos porque desde sus orígenes no pensaron así. Cuando tuvieron enfrente problemas que los rebasaron sólo atinaron a dividir en dos su Imperio.
Tal vez con científicos, filósofos o pensadores como los de Alejandría asesorando al senado en Roma, la historia hubiera sido diferente. De entrada, no hubieran visto sólo los problemas inmediatos: hubieran visto todos los problemas posibles.
Escrito el 13 de Julio de 2014.
Nota al lector: Éste artículo debió publicarse el día de ayer pero problemas tecnológicos, laborales y el agotamiento lo impidieron.

miércoles, 1 de julio de 2015

La música clásica como indicador de inteligencia.

Ta, ta tán, ta tá ta ta ta tán... Quien diga que disfruta de la música clásica y no pueda decir quién es el autor de esta tonada, miente.
¡Ta, ta, ta, taán! Quien se declare conocedor de música clásica y no sepa el nombre de estas cuatro notas, también miente.
Muchas personas declaran que les gusta la música clásica pero no la escuchan con frecuencia; tampoco se documentan sobre ella y mucho menos la estudian. Entonces, ¿por qué dicen que les gusta?
Tengo la impresión de que proclaman el supuesto gusto por la idea, generalmente cierta, de que las personas inteligentes disfrutan y entienden la música clásica. Y en una sociedad que valora la inteligencia esta apariencia vital.
No deja de ser interesante: un acto social tiene las mismas características del mimetismo de algunas especies de plantas y animales para sobrevivir. A veces no son venenosos, pero imitan a otros que lo son para que nadie se meta con ellos.
Raras veces, un interlocutor es tan fastidioso como para exhibir al ignorante mimetizado. Bastaría hacerle algunas preguntas sobre la obra u autor para dejar claro ante la audiencia que no sabe tanto como pretende. Pero esto por lo general lleva a enfriar el ambiente de la reunión y, entonces se deja pasar el alarde de conocimiento en busca de un rato agradable con los amigos.
Sin embargo, siempre me ha llamado la atención la forma en que algunas personas terminan exhibiéndose a si mismas como desconocedoras de lo que dicen conocer: música clásica es una definición muy amplia, se refiere a aquella música que ha perdurado a través del tiempo sin importar ni el estilo, ni la complejidad de la composición, ni prácticamente nada de interés para la música. Sólo que perdure en el tiempo. O sea, los tamborazos para coordinarse durante la cacería en el Paleolitico, y actualmente utilizados en algunos estadios para motivar al equipo, son el clásico de los clásicos.
Pero esto no lo ve quien alardea de conocedor. Por ejemplo, frecuentemente estas personas pretenden que música clásica es cualquier composición instrumental: así como pueden distinguir que una de las diferencias entre la música actualmente popular y las sinfonías de Mozart es que las primeras tienen letra y las segundas no, así pretenden que cualquier composición instrumental es un clásico.
Sin embargo, estos son los novatos mimetizados porque en seguida se enteran de que la Novena de Beethoven tiene coros. Entonces empiezan a creer que se trata de música que se interpreta con orquesta. Al principio puede ser que le atinen con su apreciación, pero no siempre. Puede ser que Morricone termine siendo un clásico, pero necesitamos esperar al juicio del tiempo.
Otras veces, es la misma complejidad y calidad de las composiciones las que denotan la ignorancia: no es lo mismo que The Beatles tocara con orquesta a que cualquier grupo actual lo haga. La diferencia ya no es la orquesta, es la música como tal.
También pareciera que música clásica son composiciones europeas de los siglos XVII al XIX, lo cual deja fuera de cualquier consideración la música escrita en otro continente y otra época. O sea, la música hindú de principios del siglo X que se sigue interpretando en rituales religiosos no sería música clásica aunque tenga mil años de existencia.
En conclusión, tantas ambigüedades se dan por la pretensión de que escuchar música clásica puede ser indicador de algo tan complejo y ambiguo como la inteligencia. Ambigüedad en ambos lados: en la definición de la música y en la definición de la inteligencia.
Escrito el 29 de Junio de 2014.

domingo, 21 de junio de 2015

¿Adicción energética?

Calor, frio, transporte, ejercicio, todo lo queremos tener a costa de la energía del planeta. Si tenemos frío o calor encendemos el aparato eléctrico correspondiente. Si queremos transportarnos entonces utilizamos un vehículo que funciona directamente con combustibles fósiles o uno eléctrico que, en última instancia, se mueve gracias a la generación de electricidad con combustibles fósiles. ¿Y si engordamos por la falta de ejercicio? Vamos a un gimnasio donde la mayoría de los aparatos funcionan en mayor o menor medida con electricidad o, al menos, donde se requiere de iluminación eléctrica y aire acondicionado para evitar que se vicie el aire por la actividad física.
¿Comer? ¿Comunicarnos? ¿Entretenernos? ¿Estudiar? La mayor parte de las opciones para estas actividades también dependen de la energía eléctrica. Parece que tenemos una seria adicción a la energía, pero sospecho que esta adicción es sólo el síntoma, no la enfermedad.
Por ejemplo: sabemos que caminar es gratis, es un medio de transporte seguro y para distancias cortas es eficiente. Para distancias más largas se puede utilizar la bicicleta y, salvo los trayectos mayores a seis kilómetros, puede ser más rápido que el trasporte público. Pero el transporte público genera empleos; caminar y pedalear no lo hacen.
Lo mismo pasa con el ejercicio: ir a un parque a correr puede ser más barato pero no genera los empleos del gimnasio. Se puede incluso correr descalzo, tal y como se hizo durante varios milenios, pero los trabajadores de la maquila se quedarían sin trabajo y los empresarios sin ganancias.
Pensemos un poco: todas las actividades que requieren energía para ejecutarlas tienen a varios trabajadores detrás. Al menos tres: quien genera la electricidad, quien la transporta y quien cobra el servicio. Y dejar sin trabajo a esos trabajadores es un problema, económico y no ecológico, pero problema y fuerte.
El planteamiento puede parecer forzado: si todas las personas de una ciudad dejaran de utilizar automóviles y empezaran a caminar o a pedalear, los empleados de los transportes públicos tendrían que buscar otro trabajo y no debería haber problema. Sin embargo, esto es lo que se plantea cuando una empresa hace recorte de personal: los trecientos empleados de la línea de producción tal serán liquidados y deberán buscar empleo en otra parte. Si esas personas pudieran encontrar empleo fácilmente no tendríamos población en edad productiva sin trabajo, ni tendríamos ninis en las casas ni crisis económicas locales o mundiales. Simplemente saldríamos de un empleo, dos semanas de vacaciones después entramos a otro. Suena utópico.
La realidad consiste en que dejar sin trabajo a una persona implica una búsqueda de varios meses, a veces años, antes de que se encuentre otro empleo. Habrá ciudades y momentos donde sea más fácil pero otras muchas donde no lo sea.
Dejar de consumir energía es bueno para el planeta, pero así como un padre se alegra por el nacimiento de sus hijos y se preocupa por educarlos, nosotros debemos alegrarnos de dejar de consumir recursos y preocuparnos por las personas que mandamos al desempleo.
Escrito el 22 de Junio de 2014.

jueves, 11 de junio de 2015

Baños de ética.

Tener un perfil bajo, sin enfrentarse a problemas de intereses entre grupos diferentes, permite tomar baños de ética.
Me explico: una persona que tenga la necesidad o el deber de negociar con varios grupos de personas de intereses encontrados, tarde o temprano deberá dejar a algún interesado insatisfecho.
Por ejemplo, si los pobladores de una ciudad exigen la construcción de un parque industrial, y una organización no gubernamental se opone por el daño ecológico que ocasionará, tarde o temprano los gobernantes deberán tomar una decisión. En uno u otro sentido.
Un caso concreto: a mediados del siglo XX en Xalapa se planteó la construcción de un parque industrial similar al de Orizaba. Los gobernantes en aquel entonces se opusieron, argumentando el carácter político de la ciudad y su belleza natural. Parece ser que este rechazo fue el motivo para construir el parque industrial de Puebla.
Durante años oí sobre los problemas económicos que enfrentaban los xalapeños que no tenían trabajo en el Gobierno o en la Universidad: lamentaban que no se construyera el parque industrial. También oí a los que sí tenían empleos seguros alabar la belleza de la ciudad.
En cualquier caso, los promotores del proyecto pudieron despotricar contra el gobierno en turno por no aprobar el proyecto. Los ecologistas pudieron alabar la decisión, aunque por poco tiempo: se les olvidó quién y porqué evitaron la construcción del parque.
Pero, ¿Y si construyen el parque generando empleos? Serían empleos mal pagados, es cierto, pero la construcción de un parque industrial no tiene porqué resolver toda la desigualdad social. Volviendo a la pregunta, un grupo social estaría de acuerdo y otro en desacuerdo. Parque o no parque, así sería.
Sin embargo, el papel más cómodo sería el del detractor. Aquel grupo que no quede conforme podrá utilizar cualquier problema que surja de la decisión tomada para alegar que ellos tenían la razón. Pero, sobre todo, podrán alegar su actuar ético por haber avisado con anticipación de los problemas y podrán señalar a quienes no les hicieron caso.
Pensemos en los gobernantes: equivocarse es de humanos. Las decisiones del Gobierno no tienen por qué ser infalibles, mucho menos perfectas. Así que sin importar la decisión que se tome, siempre se tendrá a alguien que los señalará como poco éticos.
Y ¿cómo salimos de este dilema? Como sociedad no podemos salir de el pero como personas lo más obvio es no meterse al Gobierno, no ser quien deba tomar las decisiones que serán criticadas, sean cuales sean. En otras palabras, tener un perfil bajo. Así, cuando convenga podremos decir que nos opusimos a lo que se hizo. Nadie nos pedirá que tengamos pruebas de que nuestra propuesta funcionaría y nadie nos señalará como poco éticos. Nos habremos dado un refrescante baño de ética.
Escrito el 8 de Junio de 2014.

lunes, 1 de junio de 2015

Reglas de transito.

Entre los ciclistas, es frecuente decir que los automovilistas los agreden. Se refieren a que pasan a altas velocidades junto a ellos pudiendo provocar que pierdan el equilibrio o, a que “les echan el carro encima” cuando van a dar dar vuelta o a estacionarse.
Esto puede ser cierto en algunos casos, pero no siempre. En mi experiencia, si respetas las leyes de transito, los automovilistas te respetan. Incluso se preocupan por ti. Por ejemplo:
Muchos ciclistas transitan en sentido contrario. Se supone que sirve para ver a los automóviles que se acercan, el problema es que no se tiene espacio para transitar: como se conduce en sentido contrario, no puedes utilizar el carril completo, estás obligado a ir por la cuneta. Dicho de otro modo, te auto excluyes y le echas la culpa a los demás,
Ningún vehículo debe desobedecer los límites de velocidad: si vas por una calle secundaría deberás transitar despacio y en un carril de alta velocidad deberás pisar el acelerador. Las bicicletas son vehículos, por lo tanto debemos transitar de la misma forma: si las piernas no dan para ir a 90 km/h, entonces no debemos utilizar los carriles de alta.
Un automovilista que no utilice sus faros debe ser multado. Los ciclistas son iguales. La mayor parte de las veces que he estado a punto de colisionar con otro vehículo, éstos han sido bicicletas sin luces que transitan en sentido contrario. Para colmo de males, les gusta vestir con colores oscuros.
Si un automóvil quiere dar vuelta, debe hacer una señal para ello. Puede hacerse con luces o con el brazo. Una bicicleta no tiene luces para señalar los cambios de dirección, pero el ciclista sí tiene brazos para señalar. Me he asombrado de la cantidad de automovilistas que no sólo ceden el paso para dar vuelta; también detienen su automóvil para dar varios metros de espacio.
Si a los ciclistas no les gusta que les echen el carro encima, no le eches la bicicleta encima a los peatones. No transites por las banquetas; son para peatones, y en caso de que tengas que hacerlo, imita a los motociclistas: bajate del vehículo y camina. Esto tiene que ver con los automovilistas más de lo que parece: un conductor que ve a un ciclista invadiendo la acera entiende que no respeta las leyes de transito, cuando ve al ciclista en la calle no sabe que hará.
Los frenos de los automóviles son mucho más potentes que los de las bicicletas. Por ello los ciclistas deben dejar varios metros de distancia de los automóviles para poder frenar sin problemas. Y esto es especialmente importante en las bajadas, cuando no se debe utilizar el freno delantero por el riesgo de volar sobre el manubrio.
Un conductor debe tomar un curso y pasar un examen para poder manejar un automóvil. No propongo que los ciclistas deban pasar un examen para salir a la calle, pero entre más reglamentos de transito y manuales de ciclismo se lean, más seguro se transitará.
Parecen recomendaciones, no son cuestiones complicadas. Pero recordar estas reglas me ha servido para evitar accidentes. Incluso me han servido para transitar a la velocidad de los automóviles sin problemas, el límite han sido mis pulmones.
Además, alguna vez al tener un percance, llegaron varios conductores a preguntarme si estaba bien. No se trata de que me accidente, la perdida de equilibrio y un frenado brusco han sido suficientes para que ofrezcan ayuda.
¿Evita esto cualquier accidente? No, muchos automovilistas que se encontraban estacionados correctamente han sido envestidos por otros vehículos. No se trata de eliminar por completo los accidentes, se trata de no ser causante de uno.
Escrito el 11 de Mayo de 2014.

domingo, 31 de mayo de 2015

Química.

¡Tiene mucha química! Esta breve frase le sirve a muchas personas para expresar el origen industrializado y poco saludable de algunos productos. Llama la atención el nulo entendimiento de la disciplina científica: la química estudia los átomos y sus interrelaciones. Desde este punto de vista, el compuesto industrial más tóxico es simple hasta el aburrimiento si lo comparamos con cualquier recién nacido. El cuerpo de cualquier ser humano tiene más variedad de átomos y mayor complejidad en sus interrelaciones que los más sofisticados procesos industriales. Y, reflexionando, algunos humanos son más perjudiciales que el más peligroso de los tóxicos.
Por ejemplo, el óxido de titanio. Es un compuesto químico que se encuentra en la naturaleza; es decir, no es una molécula que el ser humano halla inventado. Son átomos de oxígeno y de titanio en una proporción de uno a dos; se utiliza en la industria cosmética y en la medicina como absorbente de rayos UV en los bloqueadores solares, y en la industria alimenticia, siendo particularmente famoso su uso en los lácteos. Sin embargo, podemos encontrar personas que están en contra de su uso y consumo por considerarlo poco natural: “es un químico”, acusan, como diciendo “es un asesino”.
Es un error pensar en un compuesto químico como algo poco natural: de hecho cualquiera es parte del Universo, se encuentra formado por materia, sus moléculas se enlazan con energía. Son tan naturales como las moléculas y enlaces que forman al recién nacido.
Y es un error pensar en estos compuestos como algo tóxico sin un análisis previo de la sustancia. Por ejemplo, existe un grupo de sustancias llamadas péptidos, que muchos animales generan “de forma natural” en sus organismos. Algunas de estas sustancias se pueden utilizar en el tratamiento de enfermedades como el cáncer y la arritmia cardíaca. Sería difícil pensar en una sustancia que generen algunos animales como algo industrializado. También sería arriesgado pensar en que fuera tóxico: de entrada no mata al animal que lo genera y, además, se puede utilizar para curar enfermedades. Lástima que me refiera al veneno de los escorpiones.
El meollo del asunto radica en la dificultad de predecir el comportamiento de una sustancia sin referirnos a las circunstancias en que se encuentra. Por ejemplo, el mencionado óxido de titanio es tóxico si se inhala porque nuestros pulmones no pueden ni procesarlo ni expulsarlo. Sin embargo, es inocuo en nuestro sistema digestivo, porque se puede expulsar. Lo mismo pasa con el veneno de los escorpiones: en grandes cantidades y en los músculos puede ser mortal; pero, en pequeñas dosis, inyectado en tumores, supervisado por un médico, puede curar enfermedades. Todo depende de las circunstancias.
No obstante, se menciona la disciplina científica para hacer referencia a una sustancia, a la que se desea conferir los calificativos de “potencialmente peligroso para la salud” y “poco natural”, sin detenernos a pensar que son las circunstancias las que pueden definir lo que es peligroso y lo que no.
El riesgo de esto radica en meter todo en un mismo saco: lo que es peligroso, lo que es inocuo, lo artificial y lo natural. Si elucubramos que puede ser peligroso, tienen mucha química.
Escrito el 3 de Mayo de 2014.

jueves, 21 de mayo de 2015

No hay mal que por bien no venga.

Al inicio de este siglo los ingenieros encargados de abastecer de agua a Guadalajara estaban alarmados: el Lago de Chapala se estaba secando. La segunda ciudad más grande del país se estaba quedando sin agua y las causas no eran claras: pocas lluvias y sobreexplotación eran causas de un fenómeno complejo y preocupante.
Sin embargo, los paleontologos de Guadalajara estaban de fiesta: cuando el Lago de Chapala dejó al descubierto una parte importante de su lecho, un lugareño encontró el esqueleto casi completo de un gonfoterio. Un antiguo pariente de los elefantes que murió hace 27,500 años a la orilla del Lago y que permaneció sumergido y semienterrado hasta la sequía del principio de siglo.
Mientras los ingenieros hacían estudio tras estudio: para determinar las causas de la sequía, para encontrar otras fuentes de agua, para hacer más eficiente el uso o para reciclar la existente, los paleontologos estaban igual: hacían estudio tras estudio: para desenterrar el esqueleto, para curarlo y evitar que se degradara, para clasificar todos los huesos, para buscar más restos, para construir un lugar adecuado para preservarlo y exhibirlo.
Para los ingenieros era una situación estresante, no sólo había menos agua: su calidad también empeoraba y los acuíferos también se veían afectados por la situación. Para los arqueólogos también: buscaban y rebuscaban más fósiles en el lecho que el Lago dejaba al descubierto antes de que se llenara de agua nuevamente.
Fue un tiempo que ambos grupos de especialistas recordarán por los cambios que se propiciaron: los ingenieros propusieron construir una presa en El Arsediano, en el Río Santiago, para no depender del Lago de Chapala. Los arqueólogos inauguraron el Museo de Paleontología de Guadalajara y dedicaron una sala al fósil recién encontrado.
Escrito el 6 de Junio de 2013.

lunes, 11 de mayo de 2015

Ambiente.

Necesitamos un estudio de mercado. Necesitamos determinar con exactitud el interés de las personas por el ambiente; no sólo las buenas intenciones que todos declaran. Necesitamos saber con precisión el interés que tienen por el planeta, por evitar la generación de basura, necesitamos saber cuánto están dispuestos a pagar y cuántos hábitos están dispuestos a cambiar por conservar el ambiente.
Tener en las manos un estudio así, con los cientos, tal vez miles de páginas llenas de entrevistas, estadísticas, análisis y conclusiones, cuesta mucho dinero. Pero ver los resultados es gratis y accesible a todos.
Vamos a un supermercado. Estos lugares están diseñados por personas especialistas en analizar el comportamiento de los clientes. Colocan a la altura de los ojos los productos que quieren vender y, en las cabeceras de los pasillos los que quieren mostrar. Analizan el efecto de colocar precios de $9.99 en vez de los $10.00 que cobraran por no tener un centavo de cambio. Sin importar la empresa, la ropa siempre estará cerca de la entrada y la comida hasta el fondo. La herramienta se encontrará cerca de los muebles y las cajas registradoras estarán medio ocultas por refrescos y golosinas.
Las personas que diseñan los supermercados no sólo toman nota del lugar de cada producto, también observan las fechas y los horarios. No tienen la misma clientela en la mañana de un martes que en la tarde de un sábado. Así planean las actividades de su personal.
Un supermercado es el resultado de un estudio de comportamiento de los clientes, un estudio que se paga sólo porque garantiza incrementar los ingresos.
Hace un par de años, el gobierno inició una campaña para motivar a las personas a que no llevaran sus compras a la casa en bolsas de plástico. En algún momento las empresas se dieron cuenta de que la campaña era un posible nicho de mercado y empezaron a vender bolsas reciclables a bajo costo. Obviamente las colocaron a la entrada de los locales y cerca de las cajas registradoras. Se trataba de que nadie se quedara sin bolsa por olvido cuando pasó por el fondo de la tienda. Las bolsas eran de tela o papel resistente, se podían utilizar varias veces.
Tiempo después dejaron de ofrecerse. Obviamente no se vendieron y las empresas dejaron de insistir en una idea que parecía buena pero no tenía mercado.
¿Qué pasó? No lo sé, no tengo el estudio de mercado en las manos, pero puedo apostar a que la inmensa mayoría de las personas olvidaban la bolsa en sus casas y no querían volver a comprar otra reciclable cuando podían llevarse una desechable. El resultado se encuentra en los supermercados: los productos se colocan en bolsas desechables y el costo de estas se cobra de todas las ventas.
Sin embargo, el ambiente no sólo son los basureros, los ríos o las alcantarillas llenos bolsas desechables. Las personas forman parte del ambiente; no solo están dentro del ambiente, si no que son parte de él. Así que las bolsas desechables también los lastiman a ellos.
Resulta que las bolsas son de un plástico delgado que se puede enterrar en los dedos cuando se cargan con mucho peso. Los dedos se pueden lastimar o al menos es incómodo cargar las bolsas en estas condiciones. Otro posible nicho de mercado.
Alguien diseñó agarraderas ergonómicas para abrazar las asas de las bolsas y poder cargarlas sin lastimarse los dedos. Ignoro cuántas personas las compraron, pero los resultados están en los supermercados: las agarraderas no se venden mucho: no están en un lugar preferencial. Además, no he visto a muchas personas llevar una de estas agarraderas a la salida del supermercado.
Creo que ni siquiera el dolor físico hace que las personas se interesen por el ambiente.
Escrito el 1 de Junio de 2014.

viernes, 1 de mayo de 2015

Contaminación.

¿Qué es un contaminante? Algo que contamina, dirán algunos. Pero, entonces, ¿qué es la contaminación? Wikipedia dice: es la introducción de sustancias en un medio, provocando que ahora sea inseguro o no apto para su uso. Yo entiendo: si me conviene es contaminación; si no me conviene, es otra cosa.
Por ejemplo, el sonido. Cuando un sonido se eleva por arriba de cierto número de decibeles y es desagradable, se considera contaminación. La segunda condición es importante: no queremos pensar en un concierto de rock como una cámara de tortura. Siguiendo con la referencia mencionada, el despegue de un avión genera 130 decibeles y el récord de gritos en un estadio es de 137.5. En este caso el éxtasis de un partido de fútbol americano es más ruidoso que el despegue de un avión. ¿Cuál es el problema? Cuándo las personas viven cerca de los aeropuertos no pagan por gritar junto con los aviones, pero no se trata de un solo despegue, sino de varios diarios durante muchos años.
Otro ejemplo: el ozono. Tres átomos de oxígeno que tienen tanta capacidad de oxidación (válgase la redundancia) que pueden causar daños a la salud o incluso la muerte en grandes concentraciones. Entonces, ¿es tóxica la capa de ozono? Sí, es tóxica, pero nadie vive cerca de ella. Y por su capacidad de absorción de los rayos UV se considera benéfica, nada contaminante. Si me conviene es contaminación, si no me conviene es otra cosa.
Dicho de otra forma, no se trata de la forma de materia o energía, y no se trata del comportamiento de éstas, que siempre es el mismo; se trata de lo que nos conviene. O, al menos, pensamos que nos conviene.
Un ejemplo histórico: el sistema lacustre del Valle de México. Cuando Netzahualcóyotl mandó a construir la albarrada para separar el agua potable de la salobre, no se imaginó que sería la primera de una serie de obras que llevarían a secar la mayoría de los lagos del Valle. El contaminante para él era al agua salobre; pero para los españoles era el agua por no tener referencias de ecosistemas lacustres en España. Y para los actuales mexicanos el contaminante también es el agua. Así sea de lluvia, si entra a mi casa es contaminante. No importa que la casa esté construida en el lecho de un antiguo lago; es contaminante porque moja los muebles de mi sala. Si me conviene es contaminación.
Pero, además, podemos clasificar las fuentes de contaminación según nuestra conveniencia. El ejemplo del estadio y los aviones es claro: si yo estoy gritando es apoyo a mi equipo, si estoy en mi sala en completo silencio y sobrevuela un avión con turistas, entonces es contaminación de ellos. Podemos entonces pensar en que las circunstancias también abarcan a los responsables de los actos: si son otros, es contaminación; si soy yo, no lo es. Pues no siempre es así.
Cuando hablamos de contaminación del aire en ciudades, inmediatamente pensamos en fábricas y automóviles. Pero no pensamos en nuestro automóvil. Pensamos en una calle llena de autos que estamos viendo a cierta distancia, y por supuesto nosotros no somos partícipes ni del tránsito ni de la contaminación del aire. Esto es una falacia. Nosotros formamos parte del problema aunque en un  momento especifico no estemos generando contaminación. El problema es que las circunstancias son tan ambiguas, están tan mal definidas, que podemos pensar en sustraernos de nuestras responsabilidades. Si me conviene, es contaminación.
La indefinición de la contaminación o su definición por conveniencia es un problema serio. De entrada, porque no todas las personas tienen las mismos intereses; pero en cuestiones técnicas y legales es necesario tener un marco de referencias con el cual decir “lo de adentro es bueno, lo de afuera no”. Obviamente, no debemos mover el marco a nuestra conveniencia.
Escrito el 3 de Mayo de 2014.