domingo, 21 de junio de 2015

¿Adicción energética?

Calor, frio, transporte, ejercicio, todo lo queremos tener a costa de la energía del planeta. Si tenemos frío o calor encendemos el aparato eléctrico correspondiente. Si queremos transportarnos entonces utilizamos un vehículo que funciona directamente con combustibles fósiles o uno eléctrico que, en última instancia, se mueve gracias a la generación de electricidad con combustibles fósiles. ¿Y si engordamos por la falta de ejercicio? Vamos a un gimnasio donde la mayoría de los aparatos funcionan en mayor o menor medida con electricidad o, al menos, donde se requiere de iluminación eléctrica y aire acondicionado para evitar que se vicie el aire por la actividad física.
¿Comer? ¿Comunicarnos? ¿Entretenernos? ¿Estudiar? La mayor parte de las opciones para estas actividades también dependen de la energía eléctrica. Parece que tenemos una seria adicción a la energía, pero sospecho que esta adicción es sólo el síntoma, no la enfermedad.
Por ejemplo: sabemos que caminar es gratis, es un medio de transporte seguro y para distancias cortas es eficiente. Para distancias más largas se puede utilizar la bicicleta y, salvo los trayectos mayores a seis kilómetros, puede ser más rápido que el trasporte público. Pero el transporte público genera empleos; caminar y pedalear no lo hacen.
Lo mismo pasa con el ejercicio: ir a un parque a correr puede ser más barato pero no genera los empleos del gimnasio. Se puede incluso correr descalzo, tal y como se hizo durante varios milenios, pero los trabajadores de la maquila se quedarían sin trabajo y los empresarios sin ganancias.
Pensemos un poco: todas las actividades que requieren energía para ejecutarlas tienen a varios trabajadores detrás. Al menos tres: quien genera la electricidad, quien la transporta y quien cobra el servicio. Y dejar sin trabajo a esos trabajadores es un problema, económico y no ecológico, pero problema y fuerte.
El planteamiento puede parecer forzado: si todas las personas de una ciudad dejaran de utilizar automóviles y empezaran a caminar o a pedalear, los empleados de los transportes públicos tendrían que buscar otro trabajo y no debería haber problema. Sin embargo, esto es lo que se plantea cuando una empresa hace recorte de personal: los trecientos empleados de la línea de producción tal serán liquidados y deberán buscar empleo en otra parte. Si esas personas pudieran encontrar empleo fácilmente no tendríamos población en edad productiva sin trabajo, ni tendríamos ninis en las casas ni crisis económicas locales o mundiales. Simplemente saldríamos de un empleo, dos semanas de vacaciones después entramos a otro. Suena utópico.
La realidad consiste en que dejar sin trabajo a una persona implica una búsqueda de varios meses, a veces años, antes de que se encuentre otro empleo. Habrá ciudades y momentos donde sea más fácil pero otras muchas donde no lo sea.
Dejar de consumir energía es bueno para el planeta, pero así como un padre se alegra por el nacimiento de sus hijos y se preocupa por educarlos, nosotros debemos alegrarnos de dejar de consumir recursos y preocuparnos por las personas que mandamos al desempleo.
Escrito el 22 de Junio de 2014.

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