jueves, 11 de junio de 2015

Baños de ética.

Tener un perfil bajo, sin enfrentarse a problemas de intereses entre grupos diferentes, permite tomar baños de ética.
Me explico: una persona que tenga la necesidad o el deber de negociar con varios grupos de personas de intereses encontrados, tarde o temprano deberá dejar a algún interesado insatisfecho.
Por ejemplo, si los pobladores de una ciudad exigen la construcción de un parque industrial, y una organización no gubernamental se opone por el daño ecológico que ocasionará, tarde o temprano los gobernantes deberán tomar una decisión. En uno u otro sentido.
Un caso concreto: a mediados del siglo XX en Xalapa se planteó la construcción de un parque industrial similar al de Orizaba. Los gobernantes en aquel entonces se opusieron, argumentando el carácter político de la ciudad y su belleza natural. Parece ser que este rechazo fue el motivo para construir el parque industrial de Puebla.
Durante años oí sobre los problemas económicos que enfrentaban los xalapeños que no tenían trabajo en el Gobierno o en la Universidad: lamentaban que no se construyera el parque industrial. También oí a los que sí tenían empleos seguros alabar la belleza de la ciudad.
En cualquier caso, los promotores del proyecto pudieron despotricar contra el gobierno en turno por no aprobar el proyecto. Los ecologistas pudieron alabar la decisión, aunque por poco tiempo: se les olvidó quién y porqué evitaron la construcción del parque.
Pero, ¿Y si construyen el parque generando empleos? Serían empleos mal pagados, es cierto, pero la construcción de un parque industrial no tiene porqué resolver toda la desigualdad social. Volviendo a la pregunta, un grupo social estaría de acuerdo y otro en desacuerdo. Parque o no parque, así sería.
Sin embargo, el papel más cómodo sería el del detractor. Aquel grupo que no quede conforme podrá utilizar cualquier problema que surja de la decisión tomada para alegar que ellos tenían la razón. Pero, sobre todo, podrán alegar su actuar ético por haber avisado con anticipación de los problemas y podrán señalar a quienes no les hicieron caso.
Pensemos en los gobernantes: equivocarse es de humanos. Las decisiones del Gobierno no tienen por qué ser infalibles, mucho menos perfectas. Así que sin importar la decisión que se tome, siempre se tendrá a alguien que los señalará como poco éticos.
Y ¿cómo salimos de este dilema? Como sociedad no podemos salir de el pero como personas lo más obvio es no meterse al Gobierno, no ser quien deba tomar las decisiones que serán criticadas, sean cuales sean. En otras palabras, tener un perfil bajo. Así, cuando convenga podremos decir que nos opusimos a lo que se hizo. Nadie nos pedirá que tengamos pruebas de que nuestra propuesta funcionaría y nadie nos señalará como poco éticos. Nos habremos dado un refrescante baño de ética.
Escrito el 8 de Junio de 2014.

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