viernes, 31 de julio de 2015

La muerte absoluta Parte I.

Todos vamos a morir, pero algunos intentamos trasender. La forma más facil de hacerlo es procrear: dejas parte de ti en tus hijos, así sean sólo los génes o, más complejo y completo, su educación. Otra forma de evitar la muerte es el paso a la historia mediante la creación de algo que perdure en el tiempo: artistas y científicos son ejemplos de personas que “viven” en sus creaciones o descubrimientos. También los deportistas sobresalientes pueden pensar en burlar la muerte física, al menos mientras su deporte sea popular y no existan muchos otros que superen sus logros.
También quienes construyen grandes obras de ingeniería o arquitectura pueden pensar en su paso a la historia, sólo que son pocos los nombres de constructores que recuerda el común de la gente: ¿quién diseño el canal de Panamá? ¿quién construyó el museo de Louvre? Lo mismo pasa con muchos gobernantes; ¿quiénes aprobaron las reformas para que las mujeres votaran en los diferentes países? En todos los anteriores ejemplos no todas las personas pasan a la historia; pero al menos tienen la esperanza de ser recordados.
Es claro que cada forma de pasar a la historia tiene su influencia: procrear sólo tiene efecto para pocas personas y durante unas décadas; después las generaciones futuras te olvidan. Algunos científicos, gobernantes y artistas, son recordados por más personas y durante mayor número de años.
Es obvio que el paso a la historia depende de que existan personas que sobrevivan al personaje. Mientras la especie humana exista, existirá historia. Sin embargo, en el supuesto caso de una extinción de los humanos, siempre existirá la posibilidad de que surja otra especie inteligente en este planeta y sus geólogos, paleontólogos y arqueólogos reconstruyan parte de nuestra historia. Algún Homo sapiens será recordado entonces. Y, en caso de que no surgiera otra especie inteligente en este planeta, existe la remota posibilidad de que una especie alienígena encuentre este planeta y sus especialistas lleven a sus museos los restos de la obra de alguno de nosotros.
Pero se requiere que esto suceda antes de que la Tierra sea destruida por el Sol. Si la especie humana no se extingue o, extinguiéndose, otra especie (terrestre o extraterrestre) estudia la historia, todo acabaría si el planeta es destruido por el Sol cuando se convierta en una estrella gigante roja. Cierto es que esto sucederá dentro de mucho tiempo, cinco mil millones de años, pero sucederá.
Suponiendo que la especie humana u otra especie lograra salir de este planeta con varios libros sobre nuestra Historia y nuestras creaciones, posiblemente sea buena idea que compremos el mismo libro en varios idiomas, a fin de que el arqueólogo pueda descifrar nuestro idioma tal y como se hizo con la Piedra Roseta. Y de preferencia en al menos dos formatos: papel y digital para tratar de dar opciones según la tecnología de la que disponga el especialista del futuro.
Escultores, ingenieros y arquitectos no tendrán tanta suerte: de sus obras es posible que sólo sobrevivan fotografías o modelos tridimensionales dentro de una computadora; es imposible llevar un edificio al espacio.
Pero recordemos que parte de nuestra Historia ya salió del planeta: las ondas electromagnéticas de radio y televisión emitidas durante el último siglo no sólo viajaron hacia nuestros aparatos receptores; los habitantes de Alfa Centaruri posiblemente se encuentren en este momento viendo a Los Beatles en The Ed Sullivan Show. Músicos, actores, políticos y deportistas ya salieron del sistema solar.
Sin embargo, aun cuando otros seres vivos e inteligentes, descendientes nuestros o no, puedan estudiar parte o toda nuestra Historia, esta es una carrera contra el tiempo: si nuestra Historia se libra de la destrucción del planeta y del sistema solar, se deberá saltar de planeta en planeta huyendo de la destrucción por sus respectivos soles.
Escrito el 18 de Julio de 2014.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario