miércoles, 11 de marzo de 2015

Colecciones.

Con el paso del tiempo he acumulado muchas cosas. A veces, por conservar un recuerdo y a veces por iniciar una colección, he juntado muchas cosas. Actualmente quiero conservar lo que es importante y dejar lo que perdió importancia con el paso de los años.
Por ejemplo, mis libros. Los he tenido desde que era joven; tengo algunos autores preferidos y en el afán de conocer más he comprado algunos que no fueron muy buenos o que no me convence conservar. Antes consideraba que nunca te desprendías de un libro; debías tener un libro eternamente. Si el libro no me gustó, era necesario conservarlo para recordar el porqué del desagrado. En cambio ahora pienso que necesito tener los libros que me gustaría leer en el futuro; los demás, buenos o malos, necesito dejarlos: donarlos a una biblioteca, venderlos o regalarlos. No considero que sea bueno que acumule libros.
Algo diferente sucede con mi colección de latas de refresco. Cuando empecé a acumularlas para decorar las paredes de mi cuarto en la casa de mis padres, tenía la idea de cubrirlas por completo. Nunca pensé que llegar a cubrir todas las paredes sería un problema. No me puse a pensar que no quería deshacerme de las latas de hace diez años, que poca gente recuerda y que a varios asombra verlas de nuevo, e iba a necesitar espacio para acumular las nuevas. No puedo pensar en hacer una selección por la naturaleza de la serie; son simples latas de refresco, en esencia basura, aunque tienen el trabajo artístico de un producto de mercadotecnia. No es algo como los libros, donde pueda escoger buenos o malos autores o tener preferencia por un género.
Lo que es común a todo es la carga emocional que deposito en mis cosas. Para deshacerme de ellas primero necesito trabajar con mis sentimientos. El problema no son las cosas, son las emociones. Para desprenderme de las cosas necesito primero desprenderme de los sentimientos que evocan.
Y, ¿para qué quiero deshacerme de las cosas? Bueno, pues eso es parte del problema de espacio de las viviendas; en una muy grande podría almacenar y almacenar cosas, y en una chica como la que actualmente habito no se puede acumular tanto. La economía ha llegado al grado de que es necesario administrar por igual nuestras cosas y nuestras emociones.
Escrito el 18 de Agosto de 2013.

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