domingo, 31 de mayo de 2015

Química.

¡Tiene mucha química! Esta breve frase le sirve a muchas personas para expresar el origen industrializado y poco saludable de algunos productos. Llama la atención el nulo entendimiento de la disciplina científica: la química estudia los átomos y sus interrelaciones. Desde este punto de vista, el compuesto industrial más tóxico es simple hasta el aburrimiento si lo comparamos con cualquier recién nacido. El cuerpo de cualquier ser humano tiene más variedad de átomos y mayor complejidad en sus interrelaciones que los más sofisticados procesos industriales. Y, reflexionando, algunos humanos son más perjudiciales que el más peligroso de los tóxicos.
Por ejemplo, el óxido de titanio. Es un compuesto químico que se encuentra en la naturaleza; es decir, no es una molécula que el ser humano halla inventado. Son átomos de oxígeno y de titanio en una proporción de uno a dos; se utiliza en la industria cosmética y en la medicina como absorbente de rayos UV en los bloqueadores solares, y en la industria alimenticia, siendo particularmente famoso su uso en los lácteos. Sin embargo, podemos encontrar personas que están en contra de su uso y consumo por considerarlo poco natural: “es un químico”, acusan, como diciendo “es un asesino”.
Es un error pensar en un compuesto químico como algo poco natural: de hecho cualquiera es parte del Universo, se encuentra formado por materia, sus moléculas se enlazan con energía. Son tan naturales como las moléculas y enlaces que forman al recién nacido.
Y es un error pensar en estos compuestos como algo tóxico sin un análisis previo de la sustancia. Por ejemplo, existe un grupo de sustancias llamadas péptidos, que muchos animales generan “de forma natural” en sus organismos. Algunas de estas sustancias se pueden utilizar en el tratamiento de enfermedades como el cáncer y la arritmia cardíaca. Sería difícil pensar en una sustancia que generen algunos animales como algo industrializado. También sería arriesgado pensar en que fuera tóxico: de entrada no mata al animal que lo genera y, además, se puede utilizar para curar enfermedades. Lástima que me refiera al veneno de los escorpiones.
El meollo del asunto radica en la dificultad de predecir el comportamiento de una sustancia sin referirnos a las circunstancias en que se encuentra. Por ejemplo, el mencionado óxido de titanio es tóxico si se inhala porque nuestros pulmones no pueden ni procesarlo ni expulsarlo. Sin embargo, es inocuo en nuestro sistema digestivo, porque se puede expulsar. Lo mismo pasa con el veneno de los escorpiones: en grandes cantidades y en los músculos puede ser mortal; pero, en pequeñas dosis, inyectado en tumores, supervisado por un médico, puede curar enfermedades. Todo depende de las circunstancias.
No obstante, se menciona la disciplina científica para hacer referencia a una sustancia, a la que se desea conferir los calificativos de “potencialmente peligroso para la salud” y “poco natural”, sin detenernos a pensar que son las circunstancias las que pueden definir lo que es peligroso y lo que no.
El riesgo de esto radica en meter todo en un mismo saco: lo que es peligroso, lo que es inocuo, lo artificial y lo natural. Si elucubramos que puede ser peligroso, tienen mucha química.
Escrito el 3 de Mayo de 2014.

jueves, 21 de mayo de 2015

No hay mal que por bien no venga.

Al inicio de este siglo los ingenieros encargados de abastecer de agua a Guadalajara estaban alarmados: el Lago de Chapala se estaba secando. La segunda ciudad más grande del país se estaba quedando sin agua y las causas no eran claras: pocas lluvias y sobreexplotación eran causas de un fenómeno complejo y preocupante.
Sin embargo, los paleontologos de Guadalajara estaban de fiesta: cuando el Lago de Chapala dejó al descubierto una parte importante de su lecho, un lugareño encontró el esqueleto casi completo de un gonfoterio. Un antiguo pariente de los elefantes que murió hace 27,500 años a la orilla del Lago y que permaneció sumergido y semienterrado hasta la sequía del principio de siglo.
Mientras los ingenieros hacían estudio tras estudio: para determinar las causas de la sequía, para encontrar otras fuentes de agua, para hacer más eficiente el uso o para reciclar la existente, los paleontologos estaban igual: hacían estudio tras estudio: para desenterrar el esqueleto, para curarlo y evitar que se degradara, para clasificar todos los huesos, para buscar más restos, para construir un lugar adecuado para preservarlo y exhibirlo.
Para los ingenieros era una situación estresante, no sólo había menos agua: su calidad también empeoraba y los acuíferos también se veían afectados por la situación. Para los arqueólogos también: buscaban y rebuscaban más fósiles en el lecho que el Lago dejaba al descubierto antes de que se llenara de agua nuevamente.
Fue un tiempo que ambos grupos de especialistas recordarán por los cambios que se propiciaron: los ingenieros propusieron construir una presa en El Arsediano, en el Río Santiago, para no depender del Lago de Chapala. Los arqueólogos inauguraron el Museo de Paleontología de Guadalajara y dedicaron una sala al fósil recién encontrado.
Escrito el 6 de Junio de 2013.

lunes, 11 de mayo de 2015

Ambiente.

Necesitamos un estudio de mercado. Necesitamos determinar con exactitud el interés de las personas por el ambiente; no sólo las buenas intenciones que todos declaran. Necesitamos saber con precisión el interés que tienen por el planeta, por evitar la generación de basura, necesitamos saber cuánto están dispuestos a pagar y cuántos hábitos están dispuestos a cambiar por conservar el ambiente.
Tener en las manos un estudio así, con los cientos, tal vez miles de páginas llenas de entrevistas, estadísticas, análisis y conclusiones, cuesta mucho dinero. Pero ver los resultados es gratis y accesible a todos.
Vamos a un supermercado. Estos lugares están diseñados por personas especialistas en analizar el comportamiento de los clientes. Colocan a la altura de los ojos los productos que quieren vender y, en las cabeceras de los pasillos los que quieren mostrar. Analizan el efecto de colocar precios de $9.99 en vez de los $10.00 que cobraran por no tener un centavo de cambio. Sin importar la empresa, la ropa siempre estará cerca de la entrada y la comida hasta el fondo. La herramienta se encontrará cerca de los muebles y las cajas registradoras estarán medio ocultas por refrescos y golosinas.
Las personas que diseñan los supermercados no sólo toman nota del lugar de cada producto, también observan las fechas y los horarios. No tienen la misma clientela en la mañana de un martes que en la tarde de un sábado. Así planean las actividades de su personal.
Un supermercado es el resultado de un estudio de comportamiento de los clientes, un estudio que se paga sólo porque garantiza incrementar los ingresos.
Hace un par de años, el gobierno inició una campaña para motivar a las personas a que no llevaran sus compras a la casa en bolsas de plástico. En algún momento las empresas se dieron cuenta de que la campaña era un posible nicho de mercado y empezaron a vender bolsas reciclables a bajo costo. Obviamente las colocaron a la entrada de los locales y cerca de las cajas registradoras. Se trataba de que nadie se quedara sin bolsa por olvido cuando pasó por el fondo de la tienda. Las bolsas eran de tela o papel resistente, se podían utilizar varias veces.
Tiempo después dejaron de ofrecerse. Obviamente no se vendieron y las empresas dejaron de insistir en una idea que parecía buena pero no tenía mercado.
¿Qué pasó? No lo sé, no tengo el estudio de mercado en las manos, pero puedo apostar a que la inmensa mayoría de las personas olvidaban la bolsa en sus casas y no querían volver a comprar otra reciclable cuando podían llevarse una desechable. El resultado se encuentra en los supermercados: los productos se colocan en bolsas desechables y el costo de estas se cobra de todas las ventas.
Sin embargo, el ambiente no sólo son los basureros, los ríos o las alcantarillas llenos bolsas desechables. Las personas forman parte del ambiente; no solo están dentro del ambiente, si no que son parte de él. Así que las bolsas desechables también los lastiman a ellos.
Resulta que las bolsas son de un plástico delgado que se puede enterrar en los dedos cuando se cargan con mucho peso. Los dedos se pueden lastimar o al menos es incómodo cargar las bolsas en estas condiciones. Otro posible nicho de mercado.
Alguien diseñó agarraderas ergonómicas para abrazar las asas de las bolsas y poder cargarlas sin lastimarse los dedos. Ignoro cuántas personas las compraron, pero los resultados están en los supermercados: las agarraderas no se venden mucho: no están en un lugar preferencial. Además, no he visto a muchas personas llevar una de estas agarraderas a la salida del supermercado.
Creo que ni siquiera el dolor físico hace que las personas se interesen por el ambiente.
Escrito el 1 de Junio de 2014.

viernes, 1 de mayo de 2015

Contaminación.

¿Qué es un contaminante? Algo que contamina, dirán algunos. Pero, entonces, ¿qué es la contaminación? Wikipedia dice: es la introducción de sustancias en un medio, provocando que ahora sea inseguro o no apto para su uso. Yo entiendo: si me conviene es contaminación; si no me conviene, es otra cosa.
Por ejemplo, el sonido. Cuando un sonido se eleva por arriba de cierto número de decibeles y es desagradable, se considera contaminación. La segunda condición es importante: no queremos pensar en un concierto de rock como una cámara de tortura. Siguiendo con la referencia mencionada, el despegue de un avión genera 130 decibeles y el récord de gritos en un estadio es de 137.5. En este caso el éxtasis de un partido de fútbol americano es más ruidoso que el despegue de un avión. ¿Cuál es el problema? Cuándo las personas viven cerca de los aeropuertos no pagan por gritar junto con los aviones, pero no se trata de un solo despegue, sino de varios diarios durante muchos años.
Otro ejemplo: el ozono. Tres átomos de oxígeno que tienen tanta capacidad de oxidación (válgase la redundancia) que pueden causar daños a la salud o incluso la muerte en grandes concentraciones. Entonces, ¿es tóxica la capa de ozono? Sí, es tóxica, pero nadie vive cerca de ella. Y por su capacidad de absorción de los rayos UV se considera benéfica, nada contaminante. Si me conviene es contaminación, si no me conviene es otra cosa.
Dicho de otra forma, no se trata de la forma de materia o energía, y no se trata del comportamiento de éstas, que siempre es el mismo; se trata de lo que nos conviene. O, al menos, pensamos que nos conviene.
Un ejemplo histórico: el sistema lacustre del Valle de México. Cuando Netzahualcóyotl mandó a construir la albarrada para separar el agua potable de la salobre, no se imaginó que sería la primera de una serie de obras que llevarían a secar la mayoría de los lagos del Valle. El contaminante para él era al agua salobre; pero para los españoles era el agua por no tener referencias de ecosistemas lacustres en España. Y para los actuales mexicanos el contaminante también es el agua. Así sea de lluvia, si entra a mi casa es contaminante. No importa que la casa esté construida en el lecho de un antiguo lago; es contaminante porque moja los muebles de mi sala. Si me conviene es contaminación.
Pero, además, podemos clasificar las fuentes de contaminación según nuestra conveniencia. El ejemplo del estadio y los aviones es claro: si yo estoy gritando es apoyo a mi equipo, si estoy en mi sala en completo silencio y sobrevuela un avión con turistas, entonces es contaminación de ellos. Podemos entonces pensar en que las circunstancias también abarcan a los responsables de los actos: si son otros, es contaminación; si soy yo, no lo es. Pues no siempre es así.
Cuando hablamos de contaminación del aire en ciudades, inmediatamente pensamos en fábricas y automóviles. Pero no pensamos en nuestro automóvil. Pensamos en una calle llena de autos que estamos viendo a cierta distancia, y por supuesto nosotros no somos partícipes ni del tránsito ni de la contaminación del aire. Esto es una falacia. Nosotros formamos parte del problema aunque en un  momento especifico no estemos generando contaminación. El problema es que las circunstancias son tan ambiguas, están tan mal definidas, que podemos pensar en sustraernos de nuestras responsabilidades. Si me conviene, es contaminación.
La indefinición de la contaminación o su definición por conveniencia es un problema serio. De entrada, porque no todas las personas tienen las mismos intereses; pero en cuestiones técnicas y legales es necesario tener un marco de referencias con el cual decir “lo de adentro es bueno, lo de afuera no”. Obviamente, no debemos mover el marco a nuestra conveniencia.
Escrito el 3 de Mayo de 2014.