sábado, 31 de enero de 2015

Geografía. Parte I.

-Ya arreglé mi auto, me voy de vacaciones.
-¿A dónde?
-Al sureste, a Mérida, Yucatán.
-Si sales del DF y vas a Mérida, no vas al sureste, vas al noreste.
-¿Noreste? Mérida está en el sureste del país, eso todo el mundo lo sabe.
-Sí, tú lo has dicho, del país. Pero el DF no es el centro del país, al menos no su centro geográfico.
-Pero si ya revisé el mapa de carreteras: tengo que salir por el sur, atravesar varios estados y todo en dirección al sureste. Pasando Tabasco ya estás en la península y llegas a Mérida.
-Cómo se ve que no sabes leer mapas. Hasta pasar Tabasco tienes que recorrer setecientos kilómetros en dirección sureste, estoy de acuerdo. Pero para llegar a Mérida necesitas avanzar cuatrocientos kilómetros en dirección noreste y más hacia el Norte que al Este, así que terminas al Norte del DF.
-Entonces ¿por qué todas las personas dicen que van al sureste?
-Dicen que van al Sureste, a la región del país así nombrada. Pero no todos dicen que van al sureste. Si el destino es Mérida, los chiapanecos tienen claro que van al norte y los cubanos viajan al oeste. El error consiste en pensar que el DF se ubica en el centro geográfico del país.
-Y ¿qué tan al norte es encuentra Mérida?
-Está casi igual que Guanajuato. Mérida se ubica en los 20° 58' 4'' y Guanajuato está en los 21° 1' 4', ambos en la latitud norte.
-Está bien, voy de vacaciones al noreste del DF, a Mérida. O al Sureste.
-Entonces te deseo un buen viaje.
-Pero no me dejes con la duda, ¿dónde está el centro de México?
-Esto depende de quién lo diga y cuál es su contexto; me explico:
En la Ciudad de Aguascalientes existe una columna en la Plaza Patria que se consideró como el centro de México. Pero su único mérito es que se dice que es el centro del país, en realidad no lo es.
En Tequisquiapan existe un monumento que pretende ser el centro geográfico de México, pero su mérito es que Venustiano Carranza lo decretó durante la Revolución Mexicana, sin más.
El Zócalo del Distrito Federal es otro lugar que se ha considerado el centro del país. En este caso se puede hablar del centro político, pero no del centro geográfico.
INEGI consideró lo siguiente: si trazamos un cuadrado con las coordenadas geográficas extremas del territorio, el centro del cuadrado se puede considerar el centro del país. Dicho punto se encuentra en Zacatecas.
Pero también se puede considerar lo siguiente: si dibujamos los límites geográficos del país en un cartoncito y lo recortamos y después tratamos de mantener el cartoncito en equilibro sobre la punta de un alfiler, entonces de forma intuitiva vamos a encontrar el centro geométrico, y geográfico, de México. Las coordenadas geográficas exactas de este punto son 23°55’11’’ latitud Norte y 102°9’45’’ longitud Oeste. Y como es de esperarse, se encuentra en medio de la nada, a la mitad del desierto de Zacatecas.
Referencias
http://es.wikipedia.org/wiki/Mérida_(Yucatán)
http://es.wikipedia.org/wiki/Guanajuato_(Guanajuato)
http://es.wikipedia.org/wiki/Aguascalientes_(Aguascalientes)
http://es.wikipedia.org/wiki/Tequisquiapan_(municipio)
http://productforums.google.com/forum/#!topic/gec-nature-science-moderated/vIxIwd-17u0
Escrito el 12 de Enero de 2014.

miércoles, 21 de enero de 2015

Salvemos a los animales. ¿A cuáles?

Mucha gente busca salvar o, al menos, evitar el dolor de los animales. Buscan no tener o consumir productos que, para su elaboración, los hayan utilizado. Alegan que deben ser respetados, tienen derechos y debemos respetar estos derechos.
Esto me suena muy loable, en primera instancia. El problema es que no existe forma de que una especie animal, como el hombre, sobreviva en este planeta sin depredar. De hecho, no existe una especie, animales o vegetales, que para su sobrevivencia no utilice los recursos de otra especie. Tendrías que descender hasta los microbios, hasta algunas bacterias y algas para encontrar ahí una forma de vida que mantenga de recursos inorgánicos exclusivamente.
Los protectores de los animales argumentan que no son todos los animales los que tienen derechos. El problema ahora, es que no dan una regla clara a seguir sobre qué animales sí y cuáles no, tienen derechos. Cuando se habla de derechos de animales generalmente se habla de los derechos de los mamíferos, reptiles y aves. Pero se olvidan de muchos casos de parásitos del hombre que también son animales, se olvidan de algunos mamíferos, aves y reptiles y muchos insectos que depredan al hombre y se enfocan básicamente al mal trato que se les da a los animales de granja, a que se sacrifican con saña, al que se hagan corridas de toros o peleas de gallos. O se enfocan en los animales de compañía, perros y gatos, que sufren por el descuido de sus dueños. O en los animales cautivos en circos o zoológicos que sufren por el encierro y malos tratos.
Viendo esto último, empiezo a entender a qué animales tratan de defender estas personas. No son todos los animales, son aquellos animales con los que conviven, los animales que tienen alguna función, viven o tienen algún lugar en las ciudades. Esto explica, en parte, la diferencia de visiones de los defensores de los animales en las ciudades y, por ejemplo, la gente de campo. Una persona en el campo, bien puede pensar en matar una gallina para comer y no pasa nada. Bien pueden utilizar una vaca o un caballo para aprovechar sus recursos y nunca lo van a ver mal. En cambio, en las ciudades, los protectores de animales pueden alegar que siempre hay formas de sustituir los productos de los animales explotados por otros productos. La gente del campo no tiene esta opción.
Sin embargo, los defensores de los animales olvidan que para que ellos tengan estas opciones debió de haber alguien, otra persona que matara. Simple y llanamente, que matara. Cuando alegan que no se debe utilizar ropa de cuero, por ejemplo, se olvidan de que las telas sintéticas también matan animales. Matan animales cuando se explota el pozo petrolero, cuando se refina el petróleo, cuando se fabrican los tejidos sintéticos. Igual con los tejidos vegetales: un campo de algodón es un monocultivo donde se eliminó un ecosistema diverso. Además, los tejidos vegetales requieren de tratamientos que contaminan el ambiente. También olvidan que los animales no solamente mueren por su cuero, se matan animales para tener vacunas. Y esta gente quiere ignorar ello, pareciera que prefieren tener pandemias entre los humanos que sacrificar animales.
Puede ser que esta postura de los defensores de los animales radique en que la moral depende del medio en el que vives. Es decir, en las sociedades que viven en medios muy agresivos, la gente tiene una moral basada en el bien común. Trabajan para la sociedad; sabiendo que un solo individuo no va a poder vivir en ese ambiente, buscan trabajar en equipo. En cambio, en lugares en los que el medio es menos agresivo, donde hay recursos para todos, donde no es necesario el trabajo en equipo para la sobrevivencia, pues, entonces, la moral no obliga al bien común. Puede obligar al respeto a los demás, pero no al trabajo en equipo.
Este ejemplo me lleva a decir que la moral de los defensores de los animales sólo aplica a ellos. Cualquier otra persona que no viva en la sociedad y el estatus social de los defensores de los animales, llegará a conclusiones diferentes respecto a los animales.
Escrito el 18 de Agosto de 2013

domingo, 11 de enero de 2015

El demonio de Maxwell.

No puedes ganar.
No puedes empatar.
No puedes abandonar el juego.
Estas tres frases resumen las leyes de la termodinámica: no es posible hacer algo, lo que sea, sin perder energía en forma de calor.
La primera frase quiere decir que no es posible crear energía de la nada.
La segunda frase significa que siempre tendrás una pérdida de energía.
La tercera implica que esto sucede en todo el Universo, por lo tanto no podemos sustraernos.
Sin embargo, James Clerk Maxwell ideó un experimento mental donde daba pauta para intentar violar las leyes de la termodinámica: su demonio.
Imaginemos dos habitaciones separadas por una puerta. Un demonio puede abrirla y cerrarla a voluntad y las habitaciones están llenas de un gas. Las moléculas del gas las podemos imaginar cómo pequeñas pelotas que viajan a diferentes velocidades. Pueden pasar de una habitación a otra si el demonio mantiene la puerta abierta; cuando el demonio cierra la puerta las moléculas quedan confinadas en una u otra habitación.
El demonio puede decidir abrir y cerrar la puerta para dejar pasar las moléculas rápidas hacia una habitación, y las moléculas lentas hacia la otra habitación. De esta manera, se puede llegar a tener todas las moléculas rápidas juntas y separadas de las moléculas lentas.
La velocidad de las partículas es importante: la diferencia entre el agua amorfa y una estatua de hielo es la velocidad de las moléculas de agua. Las moléculas del hielo tienen poca velocidad. Además, si se quiere ordenar las moléculas se necesitan velocidades bajas y el orden de las moléculas es importante: las moléculas desordenadas del aire se convierten en combustible cuando nosotros absorbemos el oxígeno en nuestros pulmones. Se pasa del aire caótico al orden bioquímico del cuerpo.
Sí este demonio existiera, se podría violar las leyes de la termodinámica: podríamos vivir sin comer o respirar o podríamos correr sin cansarnos. Pero el demonio no existe. El problema del experimento mental de Maxwell radica en que es necesario que el demonio utilice energía para abrir y cerrar la puerta, por ello las moléculas de gas en las habitaciones no se pueden separar solo con la voluntad del demonio.
¿Por qué sería importante pensar en este demonio? No existe y, según la ciencia, nunca va a existir. Sucede que para llegar a un lugar es necesario tener un rumbo, una dirección. Tal y como en los viajes: necesitas saber dónde está el norte para llegar a tu destino, aunque no quieras llegar hasta el Polo Norte. El demonio de Maxwell es una referencia para los científicos que estudian la termodinámica, les dice que puede pasar cuando se acercan a los límites del Universo.
¿Debería este demonio ser importante para las personas? Puede ser importante para los científicos pero, ¿las personas que no hacen ciencia, lo necesitan?
Trabajar con el experimento no es necesario para las personas, pero saber que existe puede ayudar a evitar ser estafado cuando alguien ofrezca una solución mágica a algún problema: desde medicinas para perder peso y hasta métodos para aprender sin esfuerzo. En esos casos sería bueno que la gente tuviera presente la utilidad del demonio de Maxwell, pero que no existe.

Escrito el 6 de Junio de 2013.