sábado, 21 de febrero de 2015

El demonio de Laplace.

Hablamos de un ser sobrehumano, pero no sobrenatural. Es decir, con habilidades superiores a las de una persona, pero que obedece a las leyes de la física y la química. Este ser fue pensado por Pierre-Simón Laplace para expresar el determinismo de las leyes de Newton. Se trata de un demonio que puede conocer la posición y el movimiento de todos los átomos del Universo en un momento dado y, aplicando las leyes de Newton, predecir lo que sucederá en cualquier momento futuro. O al menos eso deseaba creer Laplace.
Para el creador de este demonio fue fácil encontrar un ejemplo de lo difícil que es predecir el futuro: es imposible saber con exactitud lo que sucederá en un golpe de bolas de billar. Cualquier jugador puede encauzar la partida, pero nadie puede predecir con exactitud lo que pasará en cada golpe. Sin embargo, esto no le quitó su encanto al demonio: Laplace pensó que cuando fuera posible saber todo sobre las bolas de billar, como pequeñas imperfecciones o partes del marfil más ligeras, y de la mesa, como la textura del fieltro o los desniveles de la superficie, sería posible predecir la partida.
Lamentablemente para los seguidores de Laplace, a principios del Siglo XX Werner Heisenberg demostró con su famoso principio de incertidumbre que no se puede saber todo a la vez. Así como no se puede crear materia de la nada, no se puede conocer todo del Universo. Esto no se trata de una insuficiencia tecnológica o problemas de medición como Laplece pensaba; es una ley de la Naturaleza. Entonces el demonio cambió a ojos de los físicos y químicos, no podía predecir el futuro. Recordemos que era sobrehumano, pero no sobrenatural.
Pero el demonio es útil: él no puede predecir el futuro, pero nosotros sí podemos determinarlo. Predecir el futuro implica conocer con antelación toda la cadena de efectos de una causa, se trata de saber con exactitud lo que va a pasar. En cambio, determinar implica distinguir entre los efectos de una causa y los efectos de otras causas. El demonio ayuda a ver la diferencia entre predecir y determinar.
Este demonio es tan encantador que ha sido secuestrado frecuentemente: fue pensado para hacer un análisis científico de física, particularmente de mecánica clásica, pero lo podemos encontrar en áreas del conocimiento tan distantes como la medicina o la lingüística.
Por ejemplo, después del descubrimiento del ADN, los médicos pensaron que podrían predecir enfermedades con sólo estudiar la doble hélice. Incluso se crearon obras literarias y cinematográficas sobre esto: historias trágicas de personas condenadas por su herencia genética a no tener opción de elegir su trabajo u oportunidad de superarse. Esta vez se pensaba en el demonio para predecir la vida de la sociedad.
Sin embargo, actualmente se sabe que conocer el genoma humano no garantiza nada: es necesario además considerar la interacción de la persona con el ambiente para poder deducir qué hacen sus genes. El mismo gen puede en una población prevenir y en otra promover una enfermedad; todo depende de la relación con el ambiente. Las historias trágicas dejaron de ser un peligro y el demonio fue liberado de su secuestro.
En la lingüística se ha pensado que la lengua materna determina la forma de pensamiento de las personas. Pero, debe recordarse que determinar no implica predecir: dos hispanohablantes pueden pensar de formas totalmente disímiles o defender ideas opuestas sin que el idioma compartido sea un problema.
Así pues, se pueden determinar las leyes que gobiernan los movimientos de las bolas en la mesa de billar, aunque nunca podamos predecir la partida porque existen efectos que no consideramos desde el inicio o que ignoramos. O podemos determinar las leyes de la genética sin que podamos predecir el futuro de las personas por todas las variables ambientales a las que se ven expuestas desde su gestación.
Escrito el 26 de Enero de 2014.
Referencias:
http://seneca.fis.ucm.es/parr/QM/km0qm/laplace.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Relación_de_indeterminación_de_Heisenberg
http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=6YNm95vDytY
http://es.wikipedia.org/wiki/Determinismo

jueves, 12 de febrero de 2015

Sinónimos.

Según la RAE, la definición de sinónimo es "adj. Dicho de un vocablo o de una expresión que tiene una misma o muy parecida significación que otro". En otros términos, dos o más palabras son sinónimos cuando significan lo mismo o casi lo mismo. Este es el punto de vista académico.
Ningún docto del idioma pensaría que idiotizar y jugar son sinónimos, pero lo son cuando un niño manipula un videojuego: depende de quien describa la actividad, la madre o el niño. Sin embargo, ésta no es la única actividad que tiene la característica de sinonimia entre el común de la gente: mientras que un aficionado puede estar comiéndose la gorra, un neófito puede no entender que el juego de pelota se encuentra en “punto muerto”: presencia, sin saberlo, el mejor duelo de lanzadores de la década.
O, por ejemplo, barbarie y estrategia pueden definir la pelea entre Muhammad Alí y George Foreman en Zaire. Una pelea donde el primero dejó que su oponente lo golpeara durante cinco asaltos, haciendo dudar a su entrenador si saldría vivo del ring. A partir del sexto asalto, con Foreman cansado, Alí contraatacó y lo noqueo en el octavo episodio. Durante el inicio de la pelea, los críticos llamaban a la estrategia de Ali suicidio, al final tenia nombre para la historia: rope-a-dope.
Es claro que, entre más distancia exista entre el conocimiento y la incomprensión de los protagonistas, mayor será la diferencia entre las palabras sinónimas de la actividad. Cuando dicha distancia desaparece de la vida de los protagonistas, las palabras dejan de ser sinónimos y pueden llegar a ser antónimos para ellos. Cuando los críticos de Alí comprendieron su estrategia, dejaron de llamarla barbarie.
Lo mismo se puede decir de prácticamente cualquier actividad: las matemáticas pueden ser hermosas u horribles según la capacidad de entendimiento de las personas. Lo mismo se puede decir de la poesía, el teatro, la ciencia o la política. Al respecto de esta última, los actores y los observadores no sólo tienen problemas por la definición, por la pasión o por el entendimiento de la actividad. También tienen problemas porque los segundos frecuentemente son víctima de los primeros.
Es obvio que todo esto está cargado de emociones: la madre se frustra por no poder alejar al niño del videojuego, y él se encuentra igual por no poder quitarse de encima a su progenitora. Creo que esta carga emocional es la que ayuda a recordar: cuando una actividad se describe como se ha dicho, es frecuente que se fije en la memoria de las personas. Ni la madre ni el niño olvidarán el videojuego.
Esta fijación en la memoria es importante: la gente recuerda el hecho y las palabras que utilizó para describirlo; no cae en la conciencia de la carga emocional presente. En cambio, el académico hace un análisis racional y exhaustivo de la situación antes de elegir las palabras que utilizará. Difícilmente deja que las emociones influyan en su trabajo.
Supongo que los anteriores son buenos ejemplos de las grandes diferencias que pueden existir entre el uso del lenguaje por un académico y una persona común.
Escrito el 22 de Septiembre de 2013.
Esta entrada debió publicarse ayer. Por problemas laborales se hizo un día después.

domingo, 1 de febrero de 2015

Geografía. Parte II.

-¿Ya regresaste de tu viaje al Sureste?
-Sí, ya regresé del noreste del D.F.
-Y ¿cómo te fue?
-Bastante bien, pero me acordé de ti cuando pasaba por la carretera cerca del Nauhcampatépētl, cuando ya tenía a la vista el Citlaltépetl.
-¿Por qué?
-Porque todos sabemos que el Citlaltépetl es la montaña más alta del país, pero en algún momento del viaje el Nauhcampatépētl se veía mucho más.
-Eso es por la cercanía al segundo y la lejanía del primero, pero también por la curvatura de la Tierra.
-Ambas cosas las intuí, pero sospecho que la curvatura del planeta puede darnos más sorpresas.
-Por supuesto, imaginemos: en una cancha, caminemos sobre un cuadrado: tres metros al frente, tres a la derecha y dos veces más a la derecha. Regresamos al mismo punto.
Ahora incrementemos todo: la capacidad de movernos con un avión y la distancia en miles de kilómetros. Si volamos tres mil kilómetros al norte, este, sur y oeste, en la mayoría de los casos no llegamos al mismo punto. Estaremos al este del punto de salida si empezamos en el hemisferio norte y al oeste si despegamos del hemisferio sur.
Esto se debe a la curvatura de la Tierra: cuando viajamos en dirección este u oeste, lo hacemos yendo paralelos al Ecuador. Pero en dirección norte o sur viajamos sobre los meridianos que se juntan en los polos, pero que tienden a separarse cada vez más hacia el Ecuador.
Sin embargo, es importante insistir en que esto pasa en la mayoría de los casos, pero no en todos. Si nos encontramos a mil quinientos kilómetros al Sur del Ecuador y hacemos el viaje descrito, llegaremos al mismo punto. Exactamente igual que en la cancha. Esto se debe a que viajamos la misma distancia al norte y al sur del Ecuador, y la separación de los meridianos al inicio se compensa con la unión de los mismos después.
Por ejemplo, imaginemos un vuelo de exploración geográfica:
Salimos del Estado de México, de un pueblito que se llama Santa María la Loma.
Volamos 1046 km al este para llegar a otro pueblito: Tenabo, en Campeche.
De ahí volamos al norte 1113 km hasta llegar a Nueva Orleáns.
Recargamos combustible y volamos otros 1046 km al oeste para llegar a un páramo perdido en Texas que se llama Dolan Creek.
En ese punto doblamos al sur y volamos 1113 km hasta llegar a Acámbaro, Guanajuato. Al este de Santa María la Loma.
-Me queda la impresión de que la mayoría de la gente no tenemos claro qué planeta pisamos.
-No, no pensamos mucho en ello.
Escrito el 13 de Abril de 2014.