jueves, 31 de diciembre de 2015

Necesidades y prioridades.


Aunque se puede pensar que los términos deberían referirse a las mismas cosas, no siempre es así. Entre personas con estilos de vida y niveles económicos similares, la diferencia es imperceptible. Y cuando el dinero permite afrontar ambas, las necesidades se pueden satisfacerse después de las prioridades sin que nadie lo note. Pero cuando el dinero escasea se pueden ver diferencias, al menos dignas de reflexión, entre unas y otras. Así pues, comer es una necesidad que debería ser satisfecha antes que otras como la diversión. Lo mismo puede decirse de temas como la salud o la higiene. Y, como ya se dijo, generalmente esto no se percibe cuando se cuenta con suficiente dinero.
Las comunidades marginadas son sitios interesantes o deprimentes, dependiendo del observador. Puede ser interesante observar cómo se resuelven necesidades básicas sin todos los recursos con los que cuenta una persona de clase media. Pero tambien se siente impotencia al no poder ayudar a las personas a mejorar su nivel de vida. Cuando sólo se transita por estos sitios es frecuente pasar rápido para no alargar el sentimiento y reprimir la curiosidad de entender cómo viven.
Pero cuando se tiene un trabajo en el cual se debe proponer soluciones a la situación, uno no se puede alejar del sitio y olvidarse de la situación; se debe empezar a analizar las carencias, el comportamiento de las personas y las oportunidades de ayudarlas a mejorar. Ahí empece a entender que una prioridad puede ser diferente de una necesidad. Recientemente hice un trabajo de esta clase en varias comunidades marginadas en situación de pobreza, cuyo principal problema para vivir era la escasez de agua potable. Escasez al grado de disponer de ciento veinte litros de agua a la semana para cuatro personas para todas sus necesidades: comida, baño, lavado, higiene ¡cuatro litros y cuarto por persona al día! Eso es una necesidad: algo necesario para vivir y que escasea. Obviamente nadie puede vivir en esas condiciones, por ello los pobladores compraban agua en garrafones o pipas para terminar de cubrir sus necesidades.
Sin embargo, ese no era el único gasto que llamó mi atención: era común encontrar antenas de televisión satelital en las azoteas de esas casas. Ahí encontré las necesidades confrontadas con las prioridades. Quedaron fuera de mi entendimiento los algunos hechos ¿porqué pagar por diversión cuando se tienen necesidades más apremiantes? Lo mismo imaginé la ignorancia sobre el manejo del dinero impone la necesidad de evadir la realidad. Pero ninguna hipótesis me convenció: no llegué a entender la decisión de pagar por diversión en vez de invertir en bienestar.
Entrevistando a estas personas surgieron más hechos para mi incomprensibles: ibamos a algunas casa entrevistando a las personas para establecer posibles soluciones a sus carencias. Una de las ideas que deseábamos someter a su opinión era el trabajo colectivo para solucionar el problema común: organizar a la comunidad para dotarlos de sistemas de abastecimiento y almacenamiento de agua. Agua de todos y para todos. La respuesta más frecuente fue la falta de organización; era muy difícil convencer a los vecinos de trabajar juntos. Sin embargo, atrás de nosotros un grupo de personas pasaban casa por casa solicitando cooperación para la fiesta patronal. Ninguna familia dejó de cooperar para el festejo.
No podían cooperar para solucionar sus carencias, pero si para la fiesta patronal. Otra vez la confrontación entre necesidades y prioridades. Sinceramente la forma de pensar de dichas personas rebasa mi capacidad de entendimiento. Puedo llegar a respetar sus decisiones, pero entender que actúen así o apoyarlos es algo fuera de mis posibilidades.
Escrito el 14 de Mayo de 2015.

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