viernes, 1 de mayo de 2015

Contaminación.

¿Qué es un contaminante? Algo que contamina, dirán algunos. Pero, entonces, ¿qué es la contaminación? Wikipedia dice: es la introducción de sustancias en un medio, provocando que ahora sea inseguro o no apto para su uso. Yo entiendo: si me conviene es contaminación; si no me conviene, es otra cosa.
Por ejemplo, el sonido. Cuando un sonido se eleva por arriba de cierto número de decibeles y es desagradable, se considera contaminación. La segunda condición es importante: no queremos pensar en un concierto de rock como una cámara de tortura. Siguiendo con la referencia mencionada, el despegue de un avión genera 130 decibeles y el récord de gritos en un estadio es de 137.5. En este caso el éxtasis de un partido de fútbol americano es más ruidoso que el despegue de un avión. ¿Cuál es el problema? Cuándo las personas viven cerca de los aeropuertos no pagan por gritar junto con los aviones, pero no se trata de un solo despegue, sino de varios diarios durante muchos años.
Otro ejemplo: el ozono. Tres átomos de oxígeno que tienen tanta capacidad de oxidación (válgase la redundancia) que pueden causar daños a la salud o incluso la muerte en grandes concentraciones. Entonces, ¿es tóxica la capa de ozono? Sí, es tóxica, pero nadie vive cerca de ella. Y por su capacidad de absorción de los rayos UV se considera benéfica, nada contaminante. Si me conviene es contaminación, si no me conviene es otra cosa.
Dicho de otra forma, no se trata de la forma de materia o energía, y no se trata del comportamiento de éstas, que siempre es el mismo; se trata de lo que nos conviene. O, al menos, pensamos que nos conviene.
Un ejemplo histórico: el sistema lacustre del Valle de México. Cuando Netzahualcóyotl mandó a construir la albarrada para separar el agua potable de la salobre, no se imaginó que sería la primera de una serie de obras que llevarían a secar la mayoría de los lagos del Valle. El contaminante para él era al agua salobre; pero para los españoles era el agua por no tener referencias de ecosistemas lacustres en España. Y para los actuales mexicanos el contaminante también es el agua. Así sea de lluvia, si entra a mi casa es contaminante. No importa que la casa esté construida en el lecho de un antiguo lago; es contaminante porque moja los muebles de mi sala. Si me conviene es contaminación.
Pero, además, podemos clasificar las fuentes de contaminación según nuestra conveniencia. El ejemplo del estadio y los aviones es claro: si yo estoy gritando es apoyo a mi equipo, si estoy en mi sala en completo silencio y sobrevuela un avión con turistas, entonces es contaminación de ellos. Podemos entonces pensar en que las circunstancias también abarcan a los responsables de los actos: si son otros, es contaminación; si soy yo, no lo es. Pues no siempre es así.
Cuando hablamos de contaminación del aire en ciudades, inmediatamente pensamos en fábricas y automóviles. Pero no pensamos en nuestro automóvil. Pensamos en una calle llena de autos que estamos viendo a cierta distancia, y por supuesto nosotros no somos partícipes ni del tránsito ni de la contaminación del aire. Esto es una falacia. Nosotros formamos parte del problema aunque en un  momento especifico no estemos generando contaminación. El problema es que las circunstancias son tan ambiguas, están tan mal definidas, que podemos pensar en sustraernos de nuestras responsabilidades. Si me conviene, es contaminación.
La indefinición de la contaminación o su definición por conveniencia es un problema serio. De entrada, porque no todas las personas tienen las mismos intereses; pero en cuestiones técnicas y legales es necesario tener un marco de referencias con el cual decir “lo de adentro es bueno, lo de afuera no”. Obviamente, no debemos mover el marco a nuestra conveniencia.
Escrito el 3 de Mayo de 2014.

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