sábado, 11 de abril de 2015

El Demonio de Descartes.

Para el mosquito que nace al amanecer y muere al anochecer, el día es eterno. Es decir, la propia naturaleza del mosquito condiciona su concepción del Universo. Esto es lo que planea René Descartes cuando habla de un genio maligno en sus “Meditaciones metafísicas”: plantea que nuestra propia naturaleza es suficiente para llevarnos a una concepción errónea del Universo. Un genio maligno con una naturaleza diferente llegaría a una concepción diferente, tal vez igual de errónea que la nuestra o tal vez del todo certera pero, sin duda, también diferente.
Cuando Descartes plantea la existencia de dicho genio, llega a la conclusión que lo inmortaliza: “pienso: no puedo negar la existencia de mi pensamiento, por lo tanto no puedo negar mi existencia: luego existo”. Es decir, no podemos estar seguros de la certeza de nuestro razonamiento; nuestro cuerpo nos impide llegar a ello. Pero la existencia del razonamiento es innegable, podemos estar equivocados pero nuestros argumentos existen y, por lo tanto, nosotros existimos. El mosquito puede estar equivocado, pero sabe que existe.
Este planteamiento es fundamental para la ciencia: a partir de la certeza de la propia existencia se puede aceptar la presencia del pensamiento de otras personas y por lo tanto su realidad. Con esto se demuestra que existe un Universo más allá de nuestros sentidos y la vida no es una ilusión de nuestra mente. Para la ciencia esto es fundamental: significa que lo que percibimos es tan real como nuestro pensamiento: buscar la repetitividad de los experimentos tiene sentido.
Pero ¿cómo soluciona, la ciencia, la inexistencia del genio maligno? O dicho de otra forma ¿cómo garantizamos que los conocimientos adquiridos sean ciertos para cualquier ser, aun para el genio maligno?
Por etapas: primero un científico repite su experimento para descartar que por casualidad lograra el primer resultado. Después, otros científicos de su misma área de estudio repiten el experimento para descartar que sea la habilidad del primer científico la causante de su acierto. Posteriormente científicos de otras áreas buscan el mismo resultado con otros experimentos. Es decir, eliminan el riesgo de que sean las técnicas y conocimientos de una disciplina en particular las causantes del resultado.
Para llegar al extremo de pensamiento de Descartes, sería necesario que un genio maligno de naturaleza diferente a la nuestra repitiera el experimento: se requiere descartar que los resultados dependen de la propia especie humana. A falta de un genio maligno o de un extraterrestre dispuesto a entrar en un laboratorio, los científicos no ejecutan la última de las etapas. Pero los trabajos concernientes a la búsqueda y al encuentro con extraterrestres plantean la posibilidad.
Por último y, alejándonos del pensamiento de Descartes, es probable que el encuentro con un extraterrestre nos dé varias sorpresas: un ser que logre viajar entre varios sistemas solares para llegar a la Tierra puede estar más interesado en la música de Bach que en los razonamientos de Descartes.
Es decir, una especie que ha logrado dominar una forma de pensamiento similar al método científico, que la ha aplicado para obtener conocimiento y ha utilizado este último para desarrollar tecnología para viajar a otros sistemas solares, no van a estar muy interesados en los razonamientos de Descartes porqué los habrán tenido ellos mismos hace mucho tiempo. Pero las obras de arte son únicas. Por muchos músicos que hayan tenido en su planeta y durante su historia, ninguno habrá compuesto las Cantatas de Bach.
Escrito el 16 de Marzo de 2014.

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