Existe un movimiento social llamado minimalismo, que no tiene que ver
con el movimiento artístico de la pintura o la arquitectura, pero
está inspirado en ellos.
Uno de los aspectos más fuertes de este movimiento minimalista tiene
que ver con la ropa; con consumir menos, con cuidar la que se tiene,
con comprar calidad y evitar estar comprando por temporada o por
moda. Otro de sus aspectos son los muebles o el tipo de casa que
promueven; de ahí sale la gran influencia que tiene la arquitectura
minimalista en este movimiento. Se buscan hacer casas chicas con lo
indispensable, sin ser ostentosas pero al mismo tiempo con buen
gusto.
Las personas minimalistas, antes llamadas frugales, buscan vivir con
pocas cosas. Lo interesante de esto es que se trata de vivir con lo
mínimo necesario, resaltando la importancia de las vivencias por
encima de las posesiones. Pero con el uso masivo de las computadoras
y de los medios de almacenamiento de información, ha sucedido algo
curioso: lo que antes era frugalidad en el sentido de tener pocas
cosas, terminó siendo un cambio de formato: en vez de tener cien
libros en papel ahora se tienen mil libros en un CD. Y como este
último ocupa menos espacio que los libros, las personas consideran
que son minimalistas, que viven con menos.
Esto es una falacia; finalmente, sí tengo muchos libros, pero los
tengo en un formato que no ocupa espacio. Lo mismo ocurre con
cualquier cosa que se pueda meter en un disco duro: películas,
fotografías, textos, no importa si son libros de literatura o libros
técnicos, ensayos científicos o filosóficos. Cuando los
minimalistas se dedican a promover esta forma de vida pocas veces
hacen la reflexión de que para lograrlo se necesita disciplina.
Disciplina para saber distinguir entre lo importante y lo
superficial, entre lo que se utilizará en el futuro y lo que se
guarda sólo por no desprenderse de ello.
La disciplina es la que nos permite saber distinguir entre los buenos
y los malos libros, entre aquéllos que nos agradan y aquéllos que
simplemente están ocupando un espacio. Cuando se almacenan los
libros en una computadora ya no es necesario hacer esta distinción
entre libros buenos y malos. Se puede presumir la posesión de muchos
libros aunque ello no quiera decir que todos son buenos, o que ya se
leyeron todos, o que ya los comentamos todos. Una computadora permite
acumular basura que antes se acumulaba en un librero; no se trata de
que ya no tenga basura, se trata de que ya no tengo el librero.
Por lo anterior, creo que es necesario dar gracias a los minimalistas
su deseo de nombre rimbombante y moderno; así se puede distinguir
fácilmente entre el minimalista que guarda basura en un CD y el
frugal que es selectivo con lo que guarda.
Escrito el 19 de Mayo de 2013.
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