viernes, 1 de enero de 2016

¿Queremos ser ecologistas?

El costo ecológico del transporte y de la comunicación lleva al aislamiento. Es decir, cada vez que nos comunicamos o nos transportamos se utilizan varios litros o kilos de combustibles fósiles que inevitablemente llevan a contaminar el ambiente.
El problema va más allá de las decisiones personales: existen pueblos que buscando ser ecológicos promueven el turismo como motor económico de la comunidad. No sólo evitan la presencia de fábricas o empresas transnacionales en sus territorios: además, promueven el consumo de productos cultivados o manufacturados a pocos kilómetros de sus comercios. Los habitantes de estos pueblos presumen de tener un modo de vida ecológico, pero se olvidan del costo energético relacionado con el transporte de los turistas a su pueblo y de vuelta a sus lugares de origen. Para que el sistema de turismo ecológico sea tal se requiere abordar el problema del transporte y llegar a la conclusión de que es necesario prohibir la llegada de turistas de lugares lejanos: limitar el mercado potencial de turismo a los pueblos cercanos. En otras palabras, promover el aislamiento.
En lo personal, me he transportado veinticinco kilómetros en bicicleta desde una ciudad a uno de estos pueblos ecológicos. Es una friega. Si los pobladores buscaran ser todo lo ecológicos que pretenden, al abordar el problema de contaminación por transporte llegarían a la conclusión de que es necesario aislarse del resto del mundo y sólo comerciar y convivir con los pueblos cercanos.
Se puede argumentar que no se tiene tal aislamiento porque existen los medios de comunicación. De entrada diré que sólo hablar con otra persona sin desplazarse hasta la ciudad donde vive acaba con el turismo: el negocio consiste en que las personas viajen al lugar. Pero, además, la comunicación implica costos energéticos: desde la fabricación de los aparatos necesarios y los pulsos eléctricos que codifican las palabras, todo tiene un costo energético.
Podemos pensar que es mejor un pueblo que promueva el consumo de productos locales que otro donde se consuman productos de lugares lejanos. Finalmente existe un ahorro en el transporte de los productos. También podemos pensar que existen ventajas inmediatas consumiendo productos manufacturados respecto a los producidos en fábricas, de entrada porque las personas no consumen la electricidad de las máquinas y contaminan menos. Sin embargo, todos estos ahorros no llevan a eliminar el consumo de energía.
Es por lo anterior que pienso que los deseos de ser ecologistas son eso: deseos. Nadie pretende serlo porque terminaríamos viviendo como algunos religiosos en retiros voluntarios: aislados del resto del mundo.
Escrito el 5 de julio de 2015.

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